Pensar en un gobierno de coalición para México puede sonar como una propuesta digna de alucinaciones marcianas, algo intangible en un país donde el egoísmo político rebasa los límites de lo posible, donde vale un carajo que el Congreso, dividido en partidos, mantenga acéfalas las instituciones de justicia ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo.

Por eso, es que la idea del Frente Ciudadano por México vale mucho donde nadie escucha y todos hablan, es un aire fresco ante la cerrazón de argumentos que nos ha llevado a discusiones sin razón, al grado de volverse irrisorias si no fuera que el destino del país está en las manos de los pocos que miran para su propio fin.

El Frente se traduce en la Tercera Vía, en la opción más racional ante propuestas radicales, en el justo medio, pero al mismo tiempo parece, imposible que no, estar contaminado con las mismas prácticas de la superioridad de egos sobre el bien común.

Ricardo Anaya tiene el legítimo derecho de aspirar a ser candidato presidencial, con todo y sus bemoles, bien podría convertirse en un candidato peligroso, con miras de crecimiento importante y posibilidades de convencimiento a las grandes masas del país ante un sentimiento de desesperanza, pero Anaya y sus porras de tres colores en los tres partidos del Frente, deberían de tomar en cuenta la esencia misma de su propuesta.

Los ciudadanos están, estamos, hartos de políticos que nos quieren ver la cara, del atole con el dedo, de que nos vendan democracia donde únicamente hay imposiciones, de las estrategias de simulación… de ahí que el Frente podría cavar su propia tumba antes de siquiera haber nacido.

El método de encuesta para la elección de candidato que proponen algunos de los principales actores del Frente es una idea que no pinta entre los ciudadanos, una forma rancia del dedazo, una copia (mal hecha, por cierto) del método de Morena que disfraza con tres pesos una imposición de una democracia con resultados ridículos.

Esto es lo que no va a pasar con Anaya y el Frente: no lograrán unirse en una voz conjunta a su candidatura, no logrará convencer ni a Rafael Moreno Valle ni a Miguel Ángel Mancera ni a ningún otro de apoyarlo al ciento por ciento de manera pública y real, no tejerá los acuerdos necesarios para una candidatura de unidad y ahí estará su primer gran fracaso.

Si lograse un acuerdo conjunto, sin simulaciones y procesos extraños y sibilinos, si todos los actores apoyaran y defendieran abiertamente a Ricardo Anaya como una opción transitable y de apuesta legítima, el Frente podría volverse imparable… pero no, van a fingir un proceso que al final se convertirá en lo mismo de siempre: una imposición con cara de pluralidad que no terminarán comprando ni ellos mismos.

El desdén mostrado a Margarita Zavala desde su renuncia al PAN es un reflejo de la altivez por cooptar una candidatura, es una muestra de los egos desbordados ante ambiciones que rebasan realidades.

Otra opción es que Anaya renuncie, a la de ya, a ser un factor divisorio, abandone la presidencia del PAN y busquen un proceso de voto por voto para determinar al ganador.

Porque para ser ungido, primero se necesita unidad.

¡Qué lástima!, el Frente era una buena idea… ojalá que lo siga siendo.

DE COLOFÓN.— Miguel Ángel Yunes reta al abogado de Duarte: ¿Recibió o no 60, o más, relojes de ultra lujo como pago por los servicios a su cliente?... No creo que hable al tanteo.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses