César Camacho Quiroz es un muy viejo lobo de mar en la política, como todos, puede tener sus bemoles, sus claroscuros, sus pendientes en el clóset, pero si de algo no se le puede tachar a Camacho es de ser ingenuo.

Extraña demasiado que ante el grito que hace una semana, por la madrugada, sus legisladores propinaron contra el diputado Ariel Juárez, de Morena, utilizara una defensa tan boba: No gritaron “puto”, gritaron “bruto”.

¿Neta? ¿Quién grita el tradicional “¡ehhhhhhhh!” y luego dice “bruto”?, de ser así la cosa es peor, bruto de alguna forma también es un insulto y, para colmo, en ese contexto sería en extremo cursi y tibio, ¿a poco nos cree brutos?

Hay videos, no gritaron puto una sino dos veces, era la madrugada, estaban en medio de un debate muy caliente (fragoso, Ramírez dixit) por el presupuesto que Morena no quería votar a favor, Juárez, el aludido, había subido a tribuna y, sin pruebas, llamó a Camacho corrupto, lo acusó de esconder una partida de más de diez mil millones de pesos para “comprar conciencias”, le ganó la fake news.

Morena incluso, pidió y apoyó borrar del diario de los debates las alusiones de Juárez, hasta el mismo partido reconocía que su legislador había metido la pata y los diputados del PRI también lo hicieron, se equivocaron y terminaron cabreados, ni modo, el que se enoja, pierde.

Pero se pierde más al no reconocer el error y eso lo sabe de sobra César Camacho, un comentario en mis redes reclamaba hoy al coordinador del PRI: ¡Ni que fuéramos bendejos!, con b, por aquello de la letra grosera.

Mirar a la ciudadanía y al electorado como estúpido es la peor estrategia de comunicación que pueda existir, ¿quién les cree? Dudo incluso que los mismos priístas avalen el argumento, la oposición los hace trizas y quedan en ridículo. ¿Sí saben que van en tercer lugar?, tal vez les convenga revisar el calendario: ¡vivimos en 2017 y no en el 71!, hay redes, hay libertades, hay voces críticas y criticonas al grado del bully y hay oposición real, además de la concertada. Welcome to future, dudes!

Quizá si hubiesen reconocido el error la cosa sería menos grave, si hubieran dicho que el grito no era homofóbico (gran debate que existe al respecto, por cierto) sino que respondían a una agresión al calor de lo fragoso o alguna otra carta tricolor bajo la manga, podrían incluso anunciar sanciones, una semana de dieta a los gritones, que van a tomar, todos, un curso en la Conapred, que presentarán una iniciativa contra la discriminación de género y de preferencias sexuales, ¿dónde queda la creatividad política, ¡por Dios!?

Pero lo más jodido es el ambiente de fondo: los legisladores de Morena dicen, literal, que los priístas se habían burlado de una diputada que traía un vestido que no les gustó, que un legislador se puso a cantar y… no, no es el arrabal, es San Lázaro.

Y a esas instituciones dicen que les hacemos bully. ¡Joder!

DE COLOFÓN.— Un gran honor recibir el premio José Pagés Llergo, con humildad siempre agradecido.

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