De acuerdo con datos recientes de un estudio sobre equidad de género dados a conocer por el World Economic Forum (WEF), México ocupa el lugar número 81 de 144 países en dicha medición.

Empero si se analiza el subíndice de oportunidades y participación de la mujer en la economía, allí ocupa el lugar 124, del 98 que se tenía hace 10 años (con una calificación de 0.51 de un máximo de 1) incluso por debajo de países con un grado de desarrollo menor, como son Nicaragua y Ruanda.

Esta estadística tan reveladora nos habla de que el país no sólo no está cerrando la brecha salarial con relación a los hombres, sino también de injusticia social.

Es muy curioso observar cómo cada vez más empresas se suman a iniciativas de voluntariado, cuidado medioambiental, apoyo a la comunidad, etcétera, pero cuando se trata de la participación femenina en consejos de administración o cargos de liderazgo y directivos en una organización, es donde persistentemente se hace presente el techo de cristal y la responsabilidad social empresarial se ve limitada.

Esto aún es más notorio en actividades de más alta generación de riqueza como las energéticas, donde la participación femenina es muy limitada y apenas estamos viendo incursionar a algunas mujeres en altas posiciones en empresas tecnológicas.

De esta manera, al encontrarse barreras para al sector femenino a puestos de alta remuneración y toma de decisión, se está desperdiciando talento y un capital humano con alto potencial productivo.

Es importante observar cómo desde algunos años, son precisamente las mujeres las que obtienen mayoritariamente los primeros lugares o los premios de excelencia en las instituciones de educación superior. Esto representa un desperdicio y por ende un costo económico importante, si se considera que la población femenina representa poco más de la mitad de la población.

La desigualdad de género priva, así, de capacidades que pudieran ser mejor empleadas ante los grandes desafíos que enfrenta el mundo. El WEF, estima que se podrían sumar 5.2 billones de dólares adicionales al Producto Interno Bruto (PIB) global en 2025, si se llegara a cerrar la brecha de género en cuanto a participación económica en 25%.

En general, después de una década de avance lento, pero constante, a nivel mundial para mejorar la paridad hombre/mujer, el progreso se estancó en 2017 y; se apunta un retroceso del orden de 0.8%. Esto significa que con el ritmo actual con el que se combate el problema, terminar con la desigualdad entre ambos géneros, tardaría al menos 100 años.

Hay países mejor posicionados en el ranking como Islandia y Noruega, mientras otros se encuentran en los últimos lugares como Yemen, Pakistán y Siria. México ocupa el quinto lugar de los países con peor brecha de género en América Latina.

De las cuatro vertientes del índice: participación y oportunidades económicas; acceso educativo; salud y supervivencia; y empoderamiento político, como ya se dijo, el país se encuentra peor posicionado respecto al primero (una mujer mexicana, por ejemplo, gana anualmente 11 mil 861 dólares, pero un hombre recibe 23 mil 913 dólares por el mismo empleo). En tanto, México se encuentra mejor en relación al último, escalando en una década del puesto 45 al 34.

En opinión, del fundador y presidente ejecutivo del WEF, Klaus Schwab, “superar los prejuicios, invisibles o no, que nos impiden cerrar la brecha de género representa un imperativo, tanto económico como moral”.

Sin duda, falta mucho trabajo por hacer y una participación femenina más decidida para exigir un trato digno y respetuoso; así como, oportunidades de acceso y escalamiento en el plan de carrera.

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte idea@anahuac.mx

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