La política de comunicación pendenciera del Gobierno de México ha creado toda una corriente de actuación en todos los sectores.

El ver que a diario el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador haga señalamientos sin pruebas y a la ligera, igual contra instituciones de gobierno, organismos autónomos que igual empresarios, ha contagiado a los columnistas, editores y a quienes son responsables de dar las noticias en los medios de comunicación.

Por eso esta semana hemos visto columnistas que con la mano en la cintura, sin citar fuentes o dar mayores detalles, renunciaron al canciller mexicano Marcelo Ebrard. Bastó un rumor, un chisme, que alguien le dijera al columnista que sabía que el ex jefe de gobierno había presentado su renuncia el pasado 2 de abril, para que esta columna saliera a La Luz. Nunca vimos copia de la renuncia, no leímos testimonios que avalaron la columna, pero sí en cambio comenzamos a ver cómo la columna escrita en el periódico El Economista, se vitalizaba en redes sociales y el rumor comenzaba a esparcirse.

Otro caso fue el del Fiscal Alejandro Gertz, sobre quien supuestamente en los pasillos de la política se decía que renunciaría a su cargo por motivos de salud. La noticia corrió por todos lados, decenas de columnas periodísticas especulando con ese chisme pero nadie acudió a la fuente directa. Nadie buscó preguntarle directamente al Fiscal General de la República: ¿cuál es el estado que guarda su salud?

Toda esta información tendenciosa con absoluta falta de rigor, parece ser la moda en la era de la Cuarta Transformación.

A diario leemos por ejemplo que los empresarios desesperados y con capacidad de operación mediática, hacen correr versiones de sus adversarios sobre que son malos, que son corruptos, que están vetados en el nuevo gobierno. Parece ser un juego inocente, que solo tiene que ver con un contrato, pero no. Las fuentes han comenzado a esparcir estos rumores, porque el propio Gobierno de México parece conducirse de la misma manera. Acusan sin pruebas, hablan al viento y luego parecen olvidar lo que se dice.

Los medios de comunicación tenemos la obligación de revisar con más cautela todo el ruido que se está generando alrededor del nuevo gobierno. Los reporteros antes de subir una nota a un portal de noticias, aún sean declaraciones del Presidente, deberían de corroborar los dichos, los datos y la información. Pero sobre todo, hace falta mucha tranquilidad en las redacciones a la hora de revisar la información que se filtra, que se está tratando de comunicar porque de fondo lo que hay es una pelea por descalificar, hay una prisa porque la 4T diga: estos son buenos y estos no y muchos lo saben y están jugando ese juego. Lo peligroso es que en el camino pueden quedar muchas reputaciones por el suelo, muchos funcionarios públicos honestos que pasarán a la historia como indiciados en una conferencia de prensa; habrá muchas empresas serias y con trayectorias, que son por caerle mal a alguien o porque tienen grandes competidores con amplias capacidades de desprestigiar, irán a la quiebra por el descrédito público en los medios de comunicación.

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