“Estos últimos días”, escribió Salvador Elizondo en su primer cuaderno de diario el 19 de diciembre de 1947, cuando cumplió 15 años, “he estado pensando en la posibilidad de un viaje a la luna; todo es una cuestión de dinero —OMNIS SCIENTIA”. Acababa de estudiar en Lake Elsinore Naval and Militar School, cerca de Los Angeles, en California, donde transcurre su evocación literaria Elsinore. Un cuaderno. Ese fin de año de 1947 se proponía asimismo “una recopilación de todos mis escritos científicos que pondré en una exposición científica que llamaré ‘Epistemología físico-matemática y geométrico-relativista’. Para esto tendré que poner muchas horas de trabajo, quiero terminar esta obra junto con la de la utilización de la energía atómica para la propulsión a reacción” y confesaba: “Ya me muero por tener mi telescopio. El telescopio es el único modo de alejarse de este estúpido planeta en el que lo único que nos interesa es el dinero”.

A pesar de haber seguido inventando por medio del dibujo y la escritura varias máquinas, Salvador Elizondo no parece haber persistido en su idea de viajar a la Luna, que lo indujo a imaginar una posible nave espacial de la que se conserva un dibujo.

No pocas historias de viajes a la Luna han ocurrido íntimamente o en secreto. Carmen F. Galán ha hecho un estudio y una edición “diplomática”, con la idea de reproducir fielmente el texto original, que publicó Factoría Ediciones en 2010, de uno de ellos: Sysigias y quadraturas lunares, ajustadas al Meridiano de Merida de Yucathan por un Ancitona, o havitador de la Luna, y dirigidas al Br. Dn. Ambrofio de Echeverría, entonador, que ha sido de Kyries funerales en la Parroquia de el Jesus de dha. Ciudad, y al presente Profesor de Logarithmica en el Pueblo de Mama de la Peninsula de Yucathan; pa. el año del Señor 1775.

Se trata de un cuadernillo anónimo, refiere Carmen F. Galán, que circuló clandestinamente en Yucatán y que fue presentado a la Santa Inquisición por Antonio Maldonado, notario de la causa en la que se acusaba a su autor, el fraile franciscano Manuel Antonio de Rivas, por “proposiciones”. Su delator, Manuel Antonio de Armas, aseguraba que “en una ocasión se le encontró un papel donde Rivas negaba la existencia del Purgatorio, que dijo cosas delatables sobre la adoración de las imágenes y que los religiosos criollos se condenaban por decir misa en pecado mortal, pero la principal imputación era que había escrito unos pasquines en el idioma yucateco con letra fingida ‘cuyo contenido eran las diabólicas doctrinas de Wicleft y Juan Hus’”.

Como lo anuncia su título al uso del siglo XVIII, el cuadernillo propagaba el relato de un viaje a la Luna en la forma de una carta de uno de sus habitantes que asegura que “estando pa. difsolverse el Congreso a que yo asistí como Secretario, y computtista; vimos, como a diftancia de dos millas y media (quien lo pensara!) un carro; o Vaxel volante, inftruido de dos alas, y un timon, puesto, donde debe estar, qe. venía rompiendo nuestra Athmosfera con una celeridad increíble. Al principio pensamos que todo era ilucion; pues no hay memoria, ni tradición, de haberse visto jamas en nuestro Orbe hombre alguno en cuerpo, y alma”; era Onesimo Dutalon, nacido en un pequeño lugar de Baylage d Estampe en la Francia.

La Inquisición, que pretendía perseguir ese escrito y a su autor, terminó por preservarlo. En el proceso en su contra, Manuel Antonio de Rivas reconoció que jugaba con ironía “contra unos seres (los havitadores de la Luna) cuia existencia se ignora, buscando el empate para reprocharlas a los terricolas o havitadores de la Tierra, y tomando por medio (falso) el vertigo o desvanecimiento de cabeza qe. no experimentamos los havitadores de la Tierra: como el qe. se vale de un Apólogo para explicar una moralidad”.

Onesimo Dutalon considera que cualquier “terricola durmiendo puede hacer el mismo Viage con la misma felicidad” y “manifestó el placer de qe. estaba penetrado, de aver corrido todo nuestro orbe lunar, Monfieures, dixó, en todo el Universo no puede darse lugar mas commodo, mas ameno, ni mas delisioso pa. havitacion de vivientes, qe. adoren, y alaben al Criador”.

Julio Torri sostenía que después de la conquista de la Luna por el hombre, se dejó de escribir “porque la literatura no había sido sino una imperfección terrestre anterior a la conquista de la Luna”.

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