De visita en México para sensibilizar a nuestra clase política sobre la situación en Venezuela, el expresidente colombiano Ernesto Samper —secretario general de Unasur de 2014 a 2017— formuló ayer una serie de planteamientos sobre la crisis por la que atraviesa esa nación.

En una conversación que sostuvimos con periodistas de EL UNIVERSAL, la cual será publicada en los próximos días, el expresidente dijo estar convencido de que México puede jugar un papel importante para destrabar la crisis, ya que “el país ha ganado un espacio de autoridad internacional que le permitiría avalar una salida negociada”.

Samper —quien vino a México junto al expresidente panameño Martín Torrijos a reunirse con diversas autoridades— sugiere que nuestro país podría ser la sede donde tenga lugar un proceso de interlocución entre las partes y, eventualmente, que el gobierno de López Obrador podría ser capaz de persuadir a EU de flexibilizar su postura ante Venezuela o explorar soluciones alternativas.

Una solución en el horizonte es que el Vaticano establezca una mediación o que las Naciones Unidas pueda actuar como garante de unas elecciones adelantadas, a su juicio inevitables. Esta opción tiene adeptos entre los uruguayos, países europeos, el Vaticano y México. Nuestro gobierno la apoyaría, siempre que no sea una imposición, pues “México entiende que esta crisis la tienen que resolver los venezolanos a la venezolana”, como interpreta el propio Samper.

Para el exsecretario general de Unasur la posibilidad de una intervención militar —que hace algunas semanas se antojaba posible— se está alejando del horizonte, luego del fiasco que representó el intento de introducir ayuda a la fuerza desde Colombia. La operación fue muy cuestionada, precisamente porque buscó producir un choque para justificar una intervención militar. Incluso la Cruz Roja se negó a participar en ella, por considerar que no se trataba de una operación imparcial.

Según algunos servicios de inteligencia en la región, es posible que las autoridades colombianas hayan buscado deliberadamente sembrar el caos en Cúcuta, frontera con Venezuela, pues se logró distinguir a sujetos encapuchados —presumiblemente grupos paramilitares— entrenados por el uribismo para ese propósito. Aunque Samper no pudo confirmarnos esta versión, dijo haber solicitado una investigación para aclarar el asunto.

A diferencia de la postura de otros políticos en Colombia —donde Venezuela es un tema de política interna que genera gran polarización— la apuesta de Samper no es forzar la caída de Maduro. El expresidente tam poco cree que, a esta altura, discutir si el presidente legítimo de Venezuela es Maduro o Guaidó, permitirá resolver la crisis.

Samper cree que, antes que ejercer presión sobre Maduro a través de medidas que acaben por afectar aún más al pueblo venezolano, la comunidad internacional debe apostar por una salida democrática, promover la estabilización económica y, especialmente, atender cuanto antes el riesgo de una hambruna “como no se ha conocido en América Latina”.

Como lo señalaron Jeffrey Sachs y Francisco Rodríguez en un reciente artículo, el congelamiento de cuentas de PDVSA en Estados Unidos y Gran Bretaña priva a esa nación de los recursos necesarios para alimentos y medicinas durante un año entero. Samper considera que la ayuda ofrecida por la comunidad internacional apenas serviría para dos semanas.

La visita de Samper a México, junto al expresidente panameño Martín Torrijos, sugiere que un grupo de políticos progresistas de Sudamérica está buscando respuestas alternativas a las del Grupo de Lima, el cual solo ha logrado agravar la situación en Venezuela. Ese grupo simpatiza y avala la apuesta que viene haciendo la Cancillería mexicana y está dispuesto a generar una masa crítica a favor de una salida negociada.

@HernanGomezB

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