Si este día el equipo mexicano sale con la mano en alto del juego contra Panamá, Juan Carlos Osorio cumplirá lo prometido: clasificar al Mundial, lo que no es poco si se recuerda todo lo que se sufrió para conseguir el boleto a Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, pero tampoco es para que se le construya un monumento.

El futbol mexicano, por su infraestructura e historia, está obligado a clasificar y ganar todos los torneos en un área de pobre avance futbolístico, quizá de las más pobres del mundo. Hay mérito en Osorio, eso no se niega, y mucho, pero tampoco es que haya venido a revolucionar o descubrir el hilo negro.

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