En el transcurso de la semana fuimos testigos de manifestaciones de taxistas en diversos puntos de la ciudad. La demanda es que no se permita la existencia de servicios de transporte de pasajeros a través de plataformas digitales. Indiscutiblemente el líder de éstas es Uber, seguida por otras como Didi, Cabify, entre muchas otras. Hay por lo menos dos problemas de lo que no se han percatado los taxistas: la tecnología llegó para quedarse, de hecho, lo más probable es que los cambios sean cada vez más dramáticos y esto transformará a la economía entera; el segundo, es que gracias a la tecnología se romperán varias estructuras de mercado monopólicas donde antes era difícil entrar. La oferta de bienes y servicios del modo tradicional, no tienen más opción que subirse al tren tecnológico o desaparecer, como en su momento pasó con compañías como Blockbuster que fue desplazada por Netflix y otros sistemas de streaming.

A mediados de la última década del siglo XX, en Estados Unidos el sindicato de carteros, propuso que se cobrara un impuesto a cada correo electrónico enviado; la razón era simple: la naciente correspondencia digital les estaba quitando el trabajo. La alternativa que planteaban era encarecer el naciente servicio para que la correspondencia se mantuviera en el camino tradicional del papel. Afortunadamente la propuesta no prosperó. Ahora la correspondencia digital ha evolucionado de modo tal que incluso herramientas como la firma digital ha hecho posible que documentos electrónicos tengan la misma validez legal que uno impreso y firmado en papel. En esta contienda entre el carbono y el silicio, ganó el último.

Las aplicaciones de transporte no son las únicas que han desplazado a los servicios convencionales, diariamente surgen nuevas formas de ofrecer servicios a través de plataformas digitales. Los negocios como siempre, Bussiness as usual, están destinados a desaparecer si no se actualizan y si no hacen uso de la tecnología. La industria restaurantera lo está haciendo, por ello es que plataformas como Uber eats, y otras, crecen día a día. Incluso algunos restaurantes ya no abren sus puertas al público en general, ahora sólo venden alimentos a domicilio teniendo como herramienta alguna aplicación.

El gran problema de estas plataformas digitales es que, si bien son una importante fuente de auto empleo, no generan condiciones para que quienes trabajan a través de ellas, puedan tener seguridad social. Recientemente se han dado pasos para que aplicaciones como Uber y otras, paguen tanto IVA como Impuesto Sobre la Renta, pero se tiene el pendiente de otorgar seguridad social a quienes viven de estos servicios. Debemos ser creativos para otorgarla a quienes laboran por cuenta propia, pero carecen de servicios de salud y difícilmente están ahorrando para el retiro.

Las protestas por la pérdida de empleo, motivadas por el cambio tecnológico, no son nuevas. Desde la Revolución Industrial se han venido dando no sólo en nuestro país, sino en el mundo. Pero el reloj tecnológico no se puede detener, mucho menos revertir. Por ello, lejos de pelear contra la tecnología, debemos abrazarla e incorporarla en nuestras actividades diarias y, sobre todo, las económicas.

Las actividades económicas se comportan mucho como Darwin describió a las especies: las que se adaptan sobreviven. El contexto actual, por lo tanto, nos orilla a tener una inmersión total en la economía digital o a desaparecer. Los taxistas deben replantear la forma en la que están trabajando. No es con protestas, sino a través de mejor servicio y con innovaciones creativas, que se mantendrán en el mercado. Lo mismo aplica para la totalidad de actividades económicas, así que no hay marcha atrás: o nos subimos al tren de la tecnología o nuestra fuente de empleo desaparecerá.

Coordinador Académico de Negocios y Finanzas de la UDLAP Jenkins Graduate School.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses