1. Stephen King es el diablo en persona. Y sólo hay una razón por la cual muchos le temen y otros tantos lo envidian: porque para leer su obra publicada hasta el momento, a razón de un libro a la semana, el feliz asiduo requeriría dos años. Tan sólo para leerlo: dos años.

Si multiplicamos la cantidad de ejemplares de cada uno de sus títulos por dólares entenderemos el desprecio, casi el odio, de palabreros autores de un solo librillo olvidado.

2. En el cine, por otra parte, a King lo han adaptado muy mal, pero al menos una cierta porción de su obra ha llevado al público del cine o televisión, a las librerías. Salvo El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) y La milla verde (Frank Darabont), ambas extraordinarias, ahora se le hace justicia con La Torre Oscura, del danés Nikolaj Arcel y con las incontestables interpretaciones de Idris Elba (Bestias sin nación, Asalto en París) y Matthew McConaughey (El Club de los Desahuciados y el serial de culto True Detective).

3. La Torre Oscura es en realidad una saga de novelas que a los guionistas debió de generarles sintetizar casi incontables horas de labor y una paga considerable: El Pistolero, La llegada de los tres, Las Tierras Baldías, Mago y Cristal, Lobos del Calla, Canción de Susannah, La Torre Oscura y El viento por la cerradura. Y cupo en hora y media de peripecias. Mis respetos.

4. Stephen King no llegó al mundo literario como un escritor muy leído: hizo Carrie, en 1974, visceral y esquemática, y de ahí dio al fin el salto cualitativo a El misterio de Salem’s Lot, en 1975.

5. Que si King tiene a un “escritor fantasma”: quisiera conocer a alguien capaz de narrar como el prosista, sobre todo luego de releer estas afirmaciones contenidas en su libro confesional Mientras escribo: “Escribir es seducir. La seducción tiene mucho que ver con hablar con gracia. Si no, ¿por qué hay tantas personas que empiezan cenando juntas y acaban en la cama?” O sea: “…si hasta al más serio del mundo es capaz de follar como un loco (es más, puede perder la cabeza en el torbellino del acto), ¿por qué a un escritor no puede írsele la olla y seguir siendo una persona cuerda?” Pero tuvo el tino de escuchar, antes de su esposa, a su señora madre, respecto de lo que un escritor es: cuando piensa en alistarse para la guerra, su madre le da un zape que lo regresa a su única realidad: “—No seas burro, Stephen —me contestó—. Con la vista que tienes te matarían al primer tiro. Y muerto ya no se puede escribir”.

Tenía razón su madre, y por ello luego de millones de ejemplares en manos de los lectores dice, tal cual: “… alguien que ha vendido tantas novelas como yo ha de tener alguna opinión interesante sobre su elaboración. Pero las respuestas fáciles no siempre son verdad (…) No quería escribir algo, corto o largo, que me diera la sensación de ser un charlatán literario o un gilipollas trascendental. No, gracias: de esos libros y escritores ya hay suficientes en el mercado”.

6. Y par más inri, hora y media de balazos reales y metafísicos en la cinta. Repasemos el epílogo de autor a El pistolero, que dio inicio a todo este universo: “Al ritmo con que el trabajo ha venido desarrollándose hasta este momento, tendría que vivir aproximadamente 300 años para completar la historia de la Torre: tardé doce años en escribir este volumen (…) Es la obra inacabada que durante más tiempo ha permanecido viva y viable en mi propia mente”.

7. La Torre Oscura y Stephen King: con ustedes, el diablo en persona.

@cesarguemes

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