Donald Trump apareció ante los medios con esa incomodidad que se le nota a leguas cuando tiene que leer algo que le escribió su equipo en lugar de improvisar. Salió a fijar postura frente a la detección de paquetes con explosivos dirigidos a varios personajes a los que considera sus enemigos y a los que ha llenado de epítetos, acusaciones sin sustento y descalificaciones morales sin cesar a lo largo de su corta y estridente carrera política.

El ex presidente Barack Obama, la ex candidata presidencial Hillary Clinton, el ex director de la CIA John Brennan, el ex fiscal general de Obama, Eric Holder, el empresario George Soros y la cadena televisiva CNN fueron los principales blancos de este aparente intento de ataque mortal.

A las oficinas de todos ellos llegaron por correo paquetes que, según dictaminó el FBI, contenían “artefactos explosivos sencillos pero funcionales”. A las instalaciones de CNN en Nueva York llegó un paquete similar, lo que provocó la evacuación inmediata del lugar.

¿Qué información le habrán dado los servicios de inteligencia a Trump sobre el origen de los envíos que salió a hacer un llamado a la unidad? Trump, el hombre que jamás acepta un error, que considera cualquier crítica un ataque personal, que descalifica, ridiculiza, agrede y señala como blanco para sus huestes a quien lo contradiga.

No sólo llamó a la unidad sino que dijo que ningún acto de violencia política tiene cabida en Estados Unidos. Él, que se ha beneficiado como nadie de fomentar la división y que se ha resistido a condenar de manera clara y contundente actos violentos cuando son cometidos por el bando que simpatiza con él.

Las palabras, lo hemos dicho una y otra vez, pesan, cuentan, desatan acciones. Un líder que vive del conflicto, de propagar resentimiento y odio, de dividir a la sociedad en buenos y malos, que basa su discurso y su acción política en la descalificación del adversario tiene poca autoridad moral para llamar a la unidad y rechazar la violencia.

Un líder que jamás acepta una crítica, que desprecia los hechos y atribuye cualquier información que no le gusta a invenciones de la prensa e incluso de periodistas a los que señala con nombre y apellido y contra los que fomenta la animosidad de sus fieles seguidores en mítines y en redes sociales, no tiene cara para presentarse como dirigente unificador ante una amenaza al país.

No se puede insultar todos los días al otro, al diferente, al que no coincide, al que critica, y presentarse de pronto como líder sensible, preocupado y solidario con ellos.

SACIAMORBOS.

Carta del presidente electo López Obrador al presidente Trump : “(…) Me anima el hecho de que ambos sabemos cumplir lo que decimos y hemos enfrentado la adversidad con éxito. Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment o régimen predominante (…)”. Fue el 12 de julio de 2018.

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