En una muestra de confusión existencial, la oposición decidió entrar al juego de los números de homicidios. En la sesión de ayer, tres diputados del PAN, encabezados por Jorge Preciado, levantaron cartulinas que pretendían hacer una comparación entre los primeros diez días del actual sexenio con el periodo comparable de los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón.

Según ellos, se habrían cometido 363 homicidios en los primeros diez días de gobierno de Andrés Manuel López Obrador contra 232 en el mismo periodo del sexenio de Peña y 208 en el de Calderón.

Ignoro de dónde sacaron esas cifras, pero no son datos oficiales. Peor aún, con toda probabilidad, los tres números son incorrectos.

Según el INEGI, se cometieron 878 homicidios en diciembre de 2006. Eso equivale a 28 por día. Es decir, se han de haber cometido aproximadamente 280 homicidios en los diez días de arranque del sexenio de Calderón.

En el caso de Peña Nieto, el error de los diputados panistas es considerablemente mayor. En el primer mes del sexenio anterior, según el INEGI, fueron asesinadas 2,150 personas. Eso implica un promedio diario de 69 homicidios. En otras palabras, 690 (más o menos) en los primeros diez días.

Con López Obrador, no hay aún información de INEGI, pero sabemos que en el promedio diario de homicidios entre enero y octubre fue 91. Asumiendo que se ha mantenido ese promedio, se han de haber acumulado algo más de 900 en los primeros diez días de la actual administración.

En consecuencia, los números en los cárteles de los panistas no sirvieron ni como propaganda: subestimaron salvajemente los totales y la diferencia de sexenio a sexenio.

Pero esto tiene varios problemas mucho más graves que la precisión del dato. Primero, es de locos atribuir a un gobierno la responsabilidad por los homicidios cometidos en sus primeros diez días. Esta no es una variable que responda a cambios de corto plazo en la política pública. En los tres casos, los números son resultado de inercias heredadas de los respectivos gobiernos previos.

Segundo, los señores diputados del PAN están comprando entera la teoría que atribuye primordialmente los homicidios a la acción del gobierno federal en turno. Es decir, están aceptando la narrativa de los “muertos de Calderón”. Es decir, se están metiendo un balazo en el pie.

Tercero, esto no es concurso. Si hay más homicidios hoy que hace doce o seis años, es mala noticia para todos. Incluyendo la oposición misma: no está de más recordar que un buen número de esos homicidios adicionales ocurren en estados gobernados por el PRI, el PAN o el PRD (Sonora, Guanajuato, Michoacán).

Por último, están entrando al juego del presidente Andrés Manuel López Obrador. Como él, diseminan cifras sacadas de la manga. Como él, sacan conclusiones de periodos cortísimos, sin análisis de tendencia o contexto. Como él, tratan de usar las cifras como propaganda. Con él, están contribuyendo a desacreditar los números oficiales y dificultar tener una conversación racional sobre la violencia letal.

Entonces, compañeros de la oposición, sean responsables. No entren a una dinámica que lleva directo a la posverdad. En la coyuntura actual, es indispensable que defiendan la integridad de las cifras oficiales. Y un primer paso en esa dirección es usarlas y no sustituirlas con números sacados quién sabe cómo de quién sabe dónde.

alejandrohope@outlook.com.
@ahope71

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