Investigadores del Centro de Estudios e Investigaciones Avanzadas ( Cinvestav ) descubrieron que una de las causas principales de la insuficiencia hepática y daños en el hígado es la exposición constante al bisfenol A (BPA), un compuesto tóxico utilizado en la fabricación de productos de plástico , como recipientes que almacenan alimentos y bebidas, pues este es capaz de introducirse a las células humanas afectando a distintos órganos del cuerpo humano.

“Cuando los recipientes de plástico con BPA se calientan, liberan la sustancia, la cual actúa como un disruptor endocrino que afecta la biología de la reproducción. Sin embargo, en años recientes se ha encontrado evidencia de que también afecta la función hepática”, explicó Arturo Ortega Soto, investigador del Departamento de Toxicología de la institución científica.

En una publicación de “Conexión Cinvestav”, académicos del centro de estudio expusieron que se interesaron en conocer los efectos del bisfenol A y cómo estos propician las manifestaciones hepáticas ( hepatitis B y C ), ya que anteriormente, las causas de esta enfermedad eran atribuidas a otros factores sociales y biológicos, como el consumo excesivo de alcohol , problemas metabólicos y al hígado graso .

Para llevar a cabo los estudios que permitieron a los autores esclarecer sus dudas, extrajeron muestras de hígado y observaron el tejido dañado a través de microscopía. A partir de ahí, analizaron biomoléculas como los transportadores de aminoácidos, un tipo de molécula humana -de las cuales hay hasta 55 diferentes clases- encargada del balance de sustancias que provienen del exterior con las que pertenecen al interior del organismo.

Todo esto con objeto de identificar cuáles eran los órganos dañados, pues como expuso Ortega Soto, “los órganos del cuerpo mantienen una comunicación muy estrecha y cuando la exposición a BPA afecta la función hepática también causa daño en el cerebro ”.

Los resultados, publicados en las revistas “ Journal of Biochemical and Molecular Toxicology ” y “ Frontiers in Neuroscience ”, demostraron que la estructura química de las membranas celulares están provistas de un componente de lípidos que impide el paso a cualquier sustancia, ya sea hacia el interior o exterior, por lo que los aminoácidos humanos, como el ácido glutámico o ácido aspártico no son capaces de entrar libremente a las células.

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Sin embargo, el experto en toxicología explicó que gracias a un tipo de transportadores inmersos en las membranas celulares, los cuales mantiene comunicación con estos aminoácidos que a su vez, funcionan como ladrillos con los que se construyen las proteínas, son reconocidos e introducidos a la célula.

“Al introducirse a las células pueden ser utilizados en la síntesis de proteínas o bien participar en la comunicación celular como en el cerebro; en el que se instituyen como medio de comunicación entre las neuronas y sus demás componentes, como las células gliales”, esenciales para el buen funcionamiento del tejido del sistema nervioso, detalló el doctor en ciencias neurobiológicas.

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Sin embargo, lo que sucede con la presencia de BPA, -ahondó Arturo Ortega- es que este tipo de aminoácidos no puedan cumplir con su función adecuadamente y como consecuencia, generan alteraciones en el hígado, ocasionando la encefalopatía hepática, que es la perdida de la función cerebral por afectaciones en este órgano.

¿Cuánta cantidad de bisfenol A puede haber en mi cuerpo?

El investigador expuso que, de acuerdo con diversas agencias ambientalistas, una persona se expone a un rango de BPA aproximado de 0.1 a 0.5 microgramos por cada kilo que pese. Para ejemplificar el fenómeno, expresó que alguien con un peso de 70 kilogramos, tendría que contener máximo 350 microgramos para no observar daño en el organismo.

“Estas cantidades se deben matizar porque los estudios de química sanguínea, como las realizados un laboratorio clínico, se observa la función hepática pero su análisis no es muy sensible ya que sólo mide la función de enzimas importantes para el metabolismo del organismo en general como las transaminasas”, determinó el académico.

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Además, advirtió que el periodo de exposición a BPA puede variar, pues el daño que puede causar no es el mismo en una persona en pleno crecimiento, en comparación del impacto que podría causar en otra persona de edad avanzada. Para ello, mencionó que el sistema nervioso central termina de madurar los 20 años, y es cuando la presencia del contaminante afecta al hígado y posteriormente daña al cerebro.

“Con el estudio podríamos obtener un marcador que permita detectar en forma rápida y en etapas tempranas afectaciones al hígado por exposición al BPA, entonces si somos capaces de ofrecer a los médicos herramientas más sensibles que les proporcionen información, a nivel molecular, si ya empezó un daño a la función hepática se tendría un diagnóstico más certero y probablemente se prevendría el daño al sistema nervioso central”, sostuvo Ortega Soto.

nrv

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