Durante el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la comunidad científica ha navegado en un mar insospechado, “lleno de ataques”, polémicas en Conacyt, reducción de presupuesto y falta de diálogo con las instituciones.

“Los ataques del Presidente radican en que desconoce cómo es el proceso de generación de conocimiento”, dice la doctora Brenda Valderrama, presidenta de la Academia de Ciencias de Morelos.

Investigadores han criticado que, una vez más, no se alcanzó el 1% del Producto Interno Bruto para el presupuesto de Ciencia, a pesar de que fue una promesa de campaña de López Obrador. También de que las medidas de austeridad han representado un fuerte golpe para los Centros Públicos de Investigación (CPIs).

“Es muy diferente el impacto de austeridad en una oficina que en un laboratorio. Los CPIs atraviesan una situación complicada, seguramente podrán reconfigurarse, pero esto puede representar un freno a la investigación”, afirma Valderrama.

Para la doctora Gabriela Dutrénit, de la Universidad Autónoma Metropolitana, que el “Presidente se exprese de forma incorrecta sobre el compromiso que tiene la comunidad científica con el país, provoca un efecto muy negativo en la visión que tiene la sociedad sobre la ciencia”, recalca.

Respecto el rumbo que ha emprendido Conacyt, las científicas advierten del riesgo que puede ocasionar la cancelación de programas como Estímulos a la Innovación, Fondos Mixtos y de Infraestructura.

“Para el presupuesto de este año hay pocos proyectos que tengan que ver con innovación. Están dejando fuera áreas que son potencialmente redituables como la biotecnología”, afirma la presidenta de la Academia.

“Conacyt no está definiendo una política de innovación. Por las declaraciones de la directora Álvarez-Buylla parece que es un tema que no le interesa”, agrega Gabriela Dutrénit.

Las investigadores destacan que la propuesta de reforma a la Ley de Ciencia representó “un duro golpe para la comunidad”, dice Dutrénit, debido a que “los fundamentos de esta iniciativa nos hacían retroceder a los años 70, en términos de volver a un enfoque totalmente vertical de cómo se maneja la política científica”.

“Veo un cambio de perspectiva muy profundo. Nos preocupa que se descuiden aspectos que nos han costado mucho construir, pero que iban funcionando, como las becas de posgrado”, señala Valderrama.

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