Comprarla a más del doble del precio que tenía antes de los tiempos del coronavirus, hacer fila en los últimos lugares que aseguran tener inventario y burlar la ley seca al moverse a municipios o delegaciones que no aplican la restricción... es la fiebre de la cerveza.

A diferencia de otros países, el gobierno mexicano decidió que la producción de esta bebida no estaría incluida como actividad esencial, esto como parte de las medidas para enfrentar al Covid-19.

Pese al reclamo de la gente, que enfrenta “sed de la mala” durante el aislamiento, y luego de que se desató una crisis para fabricantes del producto y agricultores cebaderos, se espera que en junio se reactive esta industria.

Hace tres semanas, el humo blanco que salía de una planta de Grupo Modelo se convirtió en tendencia en redes sociales, emocionando ante la posibilidad de que pronto habría chelas en tiendas y supermercados, pero la ilusión duró poco, pues la firma aclaró horas después que sólo se trataba de labores de mantenimiento.

El episodio también se reflejó en un comunicado de Heineken, otro de los grandes productores de la bebida, reiterando que el paro en la producción sigue en efecto.

“Mi preocupación más grande es el impacto en la cadena, me tiene angustiado la situación de los agricultores, por eso decidimos comprar la cosecha.

“Nos inquieta que los pequeños comercios, restaurantes y bares no logren sobrevivir, porque es el canal tradicional en el que se vende 70% de la bebida”, dijo hace unos días el presidente de Cerveceros de México, Marco Mascarua.

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