Por desgracia, no es nada nuevo: desde hace décadas, más de 60% de los mexicanos permanece trabajando en la informalidad. Por supuesto, no se trata sólo de millennials que prefieran trabajo flexible y que dejen de lado la importancia de tener prestaciones: es que en muchos casos el propio sistema hace que permanecer en la formalidad resulte más oneroso que dar el brinco y laborar de manera informal. Este sexenio se va sin cumplir este, uno de los mayores pendientes en materia laboral. En México no sólo se ha precarizado el trabajo, sino que millones siguen laborando sin prestaciones ni seguro social.

El combate a la informalidad es a su vez un esfuerzo por reducir la desigualdad y la exclusión social, según explica la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un documento dedicado a México.

Así que los gobiernos deberían comprometerse a ello. ¿Cómo? A través de políticas orientadas al respecto, porque la experiencia ha demostrado que el crecimiento económico es esencial para generar más empleos y de mejor calidad, pero no es suficiente, señala la OIT. A lo largo de años se ha confundido el crecimiento con el desarrollo económico, el cual es el que verdaderamente trae el bienestar y combate la enorme desigualdad en la que vivimos.

“Las consecuencias de no estar en la formalidad tiene que ver con no recibir sus beneficios y estos tienen que ver con la seguridad social”, explica Alan Yohan Nájera, vicepresidente de la Comisión de Desarrollo de Seguridad Social del Colegio de Contadores Públicos de México.

Hoy seis de cada 10 mexicanos que trabajan no están cotizando en el Seguro Social y se están perdiendo todos los beneficios y arriesgándose a quedar en la ruina por cualquier eventualidad médica, por ejemplo.

Por desgracia este fantasma nos persigue desde hace décadas. En 2003, esta economía informal aportó 23.6% al PIB y a partir de ahí, los porcentajes han sido muy similares. Apenas en 2016 tuvo la mayor disminución en 13 años, pero permanece en 22.6%, según el Inegi. Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón lanzaron consignas para que sus gobiernos fueran los “del empleo”, sin lograr avances en la materia.

Pero no sólo es necesario que la gente transite a la formalidad, sino que se quede ahí. El estudio Movilidad y formalidad laboral en México, realizado por la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), arroja datos sobre el tema: dos de cada 10 trabajadores formales deja de serlo apenas después de un año tres meses. Si son mujeres, transitan a la informalidad o a la población no económicamente activa y si son hombres, a la informalidad.

Este análisis sugiere que permanecer formal o informal genera apenas cambios pequeños en el ingreso mensual, las horas trabajadas y el ingreso por hora.

Además, las barreras que mantiene a la formalidad como un lugar muy inalcanzable son muy altas. Entre estas, se encuentra la gran cantidad de impuestos que se pagan. Un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) analiza el esquema de Impuesto Sobre la Renta de los asalariados y urge a una reforma al ISR en México, debido a los altos impuestos que pagan los deciles más bajos de la población.

El Imco explica que los impuestos no reconocen la distribución del ingreso y que impone altas tasas a individuos con ganancias muy pequeñas, lo cual dificulta la recaudación pero también la pertenencia en la formalidad por parte del sector de menores ingresos.

“El principio de equidad impositiva resulta clave en un contexto de desigualdad tan marcada como en el caso de México. Mientras que en la mayoría de los países analizados las familias mexicanas pertenecientes a los deciles del uno al siete enfrentan tasas netas muy bajas o cero, nuestro país (junto con Argentina) presenta tasas muy altas”, sostiene el estudio. Y peor aún, la carga impositiva en México crece a una velocidad mayor que lo que lo hace el salario en los primeros siete deciles. La gente gana poco y su salario no se incrementa a la misma velocidad que los impuestos. Según un recuadro hecho por el Imco con información de las leyes de otros países, México es el único junto con Argentina y Costa Rica que impone impuestos desde los primeros deciles de la población.

Otra barrera que mantiene la informalidad es la excesiva regulación que hace que las empresas opten por permanecer en la informalidad. Y se vuelve una cadena. Las empresas están informales y emplean a trabajadores en la informalidad. Este aspecto ha sido tocado varias veces por sector empresarial mexicano.

“Necesitamos reducir las cargas regulatorias que incrementan los costos laborales y desincentivan la formalidad y el emprendimiento. Es decir, ante tal cantidad de regulaciones, inspecciones e informes que se tienen que rendir en la empresa formal, muchos pequeños no pueden cumplir con esto y prefieren estar en la informalidad”, explicaba Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en un mensaje dado con motivo del Día del Trabajo el año pasado. Castañón pide evitar la construcción de un marco jurídico que imponga nuevas cargas para los particulares, porque eso, asegura, es fomentar la informalidad.

Lo que se pierden

Quienes no cotizan se pierden, con sus deficiencias, mucho, y está relacionado con la seguridad social. Los trabajadores quedan descubiertos por algún accidente de trabajo; dejan de recibir servicios de salud y de maternidad, indemnización invalidez o muerte y se privan de tener acceso a recursos para su retiro o a servicios de guardería para sus hijos.

“Estas cinco ramas que cubre el seguro social. Cuando una persona no tiene un empleo formal, no tiene acceso a estos beneficios y lo cual repercute en el bolsillo de los trabajadores”, explica el especialista del Colegio de Contadores de México.

Pero… este es el sexenio
del empleo, ¿no?

Desde hace tiempo, este gobierno se ha encargado de repetir que es el “gobierno del empleo”. Sin embargo, habría que hacer algunas precisiones, porque si bien las cifras de trabajadores en el Seguro Social están en niveles históricos, quedarnos en los números que presume nuestro gobierno es quedarse en la superficie del problema en México.

Durante este sexenio los empleos creados ascienden a más de 3 millones, según el gobierno federal, los cuales tienen seguro social y las mínimas prestaciones de ley. De estos, 80% de los empleos generados desde el inicio de este sexenio corresponde a trabajadores que gana entre uno y dos salarios mínimos, lo cual en un país como México, en el cual el salario mínimo no alcanza ni para satisfacer las necesidades básicas, queda lejos de ser suficiente.

“El problema de México no es la falta de oportunidades laborales, en realidad es la precariedad de las existentes. Durante las últimas cuatro décadas los mexicanos han visto mermar tanto la calidad de su empleo como de las oportunidades de negocio que existen en el país”, sostiene un estudio del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.

El sexenio está por terminar y a todo esto, habría que sumarle aquellos que no tienen ni siquiera la oportunidad de trabajar y se duermen con el estómago vacío, los cuales constituyen más de 50 millones de personas.

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