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La política agrícola debe modificarse sustancialmente, ligando los esfuerzos contra la pobreza con programas de fomento productivo, afirmó Gustavo Gordillo de Anda, secretario técnico del Grupo Agenda Rural (GAR), una iniciativa de Rimisp, Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural.

Lo anterior, debido a que la pobreza extrema rural es el problema central del campo mexicano y durante dos décadas las cifras y la proporción de este fenómeno se han mantenido prácticamente sin cambio.

“Una fórmula eficiente para afrontar el reto sería atender a los pobres no como pobres, sino como personas con capacidad de producción, con potencial ya sea en la agricultura o en otro tipo de actividades”, destacó el también ex subsecretario de Agricultura.

El GAR está integrado por 14 expertos en agricultura, alimentación, medio ambiente, recursos biológicos, política pública, subsidios, financiamiento rural y relaciones urbano-rurales, y generó el documento La nueva sociedad rural, que hace una propuesta de política para el campo con miras al próximo gobierno.

En entrevista, Gordillo de Anda dijo que el campo tiene una gran inercia desde hace 40 o 50 años, esto es, desde antes de las políticas de apertura comercial.

“Es una inercia que tiene detrás la idea de que la modernización del país requiere más urbanización y menos campesinos, que quienes queden en el campo sean sólo los más productivos”, aseveró .

Pero eso no es posible, agregó, “no podemos llevar mágicamente la población rural a 5%, como es la proporción en países industrializados. Según el Inegi, la población rural representa 23% del total (con el criterio de que rural significa localidades de menos de 2 mil 500 habitantes), “pero quienes conocemos el campo sabemos que lo rural implica a localidades de hasta 15 mil habitantes, lo cual significa que 38% de la población mexicana es rural. Y 38% de 120 millones es una cantidad significativa”, añadió.

Explicó que hoy la población rural más pobre complementa sus ingresos por medio de las transferencias públicas (Prospera y otros programas), mientras que los estratos intermedios lo hacen con remesas.

“Entonces, tenemos hogares rurales con dependencias de muy distintas fuentes y, por ello, una nueva política rural debe apoyar lo agrícola, pero también la diversidad de actividades que están en el campo”, dijo, así como también apoyar producción agrícola poco convencional.

La propuesta, que es difundida entre los candidatos a la Presidencia de la República, destaca que, por razones de justicia distributiva y de eficiencia económica, es necesario orientar los mayores apoyos a los productores de pequeña escala, a los de menos de 10 hectáreas.

Además de que permanezcan si así lo desean en sus actividades tradicionales, también puedan integrarse a otros mercados, por medio de la promoción, con recursos públicos, de empresas comunitarias que impulsen la comercialización local y regional de los numerosos productos de los ecosistemas, así como de productos agrícolas despreciados (vainilla, cacao de aroma, etcétera), generando nichos de mercado que apreciarían las características orgánica, de comercio justo, de producción de comunidades indígenas con respeto a la biodiversidad.

Ello les abriría oportunidades de desarrollo económico, según plantea la propuesta.

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