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Bruselas.- Con el nuevo acuerdo de libre cambio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) no sólo pierden naciones como China, también la Unión Europea, el tercer socio comercial en bienes más importante del país.

De acuerdo con un documento del Servicio Europeo de Investigación Parlamentaria (EPRS), el pacto promovido por el presidente Donald Trump tendrá implicaciones para el bloque comunitario.

“Si se aprueba, ciertas disposiciones del T-MEC sobre normas de origen, indicaciones geográficas y restricciones voluntarias a la exportación, podrían tener implicaciones para las empresas de la Unión Europea que comercializan o tienen presencia en Norteamérica”.

Advierte que además podría sentar precedentes de la futura política comercial estadounidense que se “apartarían de principios clave del comercio internacional y las determinaciones de origen”.

“El T-MEC es selectivamente restrictivo, con disposiciones que corren riesgo de ser incompatibles con las normas de la OMC (Organización Mundial del Comercio)”, afirma.

El documento, en poder de EL UNIVERSAL, está fechado en diciembre, fue elaborado por los miembros del EPRS, Jana Titievskaia y Marian Pietsch, y está dirigido al Parlamento Europeo para la definición de futuras políticas.

El reporte sostiene que desde sus orígenes, en 1994, el TLCAN ha estado sujeto a críticas. Si bien ha contribuido a triplicar el comercio entre la terna, también ha tenido efectos menos favorables, como la caída de los salarios en Estados Unidos.

Desde la perspectiva europea, creó oportunidades, contribuyó a expandir el comercio y la inversión, en particular el sector automotriz.

En cuanto a la actualización, sostiene que la nueva versión difiere poco del actual TLCAN en términos de aranceles. Sin embargo, los impactos en las empresas de la Unión Europea “serán significativos”.

Advierte que la permanente incertidumbre normativa derivada del acuerdo generará riesgos para las empresas europeas con cadenas de suministro integradas en Norteamérica, además, “las disposiciones específicas del T-MEC sobre normas de origen, indicaciones geográficas y restricciones voluntarias a la exportación, pueden afectar a los fabricantes de automóviles de la Unión Europea, a los exportadores de alimentos y bebidas, y en particular a los productores de lácteos”.

Por ejemplo, en el sector automotriz, las disposiciones diseñadas para elevar de 62.5% a 75% el contenido regional o establecer que 70% del aluminio y acero del vehículo debe ser norteamericano, obligarán a las firmas europeas a alterar su cadena de suministro, a pagar el arancel de 2.5% de la OMC o a emprender medidas por incompatibilidad con las normas internacionales.

También inquieta la incertidumbre que implicará la introducción de la llamada “cláusula de China”, la cual establece que la firma de acuerdos con economías que no son consideradas de mercado puede poner fin al tratado trilateral.

Igualmente preocupa que el T-MEC mine las capacidades de arbitraje entre inversionistas y Estado, lo cual sería en perjuicio de la iniciativa europea de crear cortes bilaterales con México y Canadá para la solución de controversias.

México y la Unión Europea llegaron a un principio de acuerdo sobre modernizar su tratado global en abril, antes de definir el T-MEC.

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