El presidente nacional del partido Movimiento de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador, despierta pasiones y genera polémica, polariza a diversos sectores de la población, empero hay una situación que es innegable, el tabasqueño sigue siendo competitivo y popular después de 10 años de haber participado por vez primera para llegar a la Presidencia de la República.
En el marketing político mantenerse como una figura vigente no es tarea sencilla, requiere de cambios específicos que permitan no sólo retener a una cantidad de electores cautivos, implica también poder llegar a nuevas generaciones que se conviertan en adeptos de tu causa.
López Obrador y su equipo de trabajo lo han entendido bien y hoy (al menos en números) se perfila como fuerte candidato a llegar a Los Pinos, así lo muestran las estadísticas presentadas en la última encuesta de preferencias electorales rumbo a 2018  (El Financiero, junio 2016), donde AMLO aparece a la cabeza con 25 puntos (tres más que en febrero pasado) colocándose cuatro puntos arriba de sus más cercanos competidores: Margarita Zavala y Miguel Ángel Osorio Chong.
Sus años en la palestra política le han redituado. El estudio de El Universal / Buendía & Laredo realizado del 24 al 28 de junio pasado arroja que es conocido por  97% de los encuestados, a dos años de distancia de los comicios electorales.
En 2006, con su eslogan “Primero los pobres” López Obrador utilizó el enorme capital político que significaba ser el jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, donde sus acciones como las conferencias matutinas, el segundo piso del periférico, las pensiones a los adultos mayores y principalmente el conflicto directo con el ex presidente Vicente Fox Quesada, que derivó en su desafuero, lo colocaron en el foco central de la atención pública.
Tras iniciar la campaña como puntero con una amplia ventaja respecto a sus rivales Felipe Calderón y Roberto Madrazo, los resultados finales fueron tan reñidos que con una mínima ventaja se declaró triunfador al candidato panista.
La decisión tomada por el líder de la izquierda nacional de desacreditar a las instituciones, realizar un plantón en Reforma y proclamarse presidente legítimo, afectaría gravemente su imagen y la percepción ciudadana hacia su persona.
En la campaña electoral de 2012, apostó por un esquema distinto.  “La República del Amor” sería la nueva idea que viniera a refrescar su proyecto y a intentar subsanar los yerros cometidos.
Aunque su nueva apuesta era claramente incongruente,  mostró un cambio de discurso donde ya no se basaba en la descalificación, si no en la fraternidad, la negociación y el diálogo, en un tono más mesurado, logró posicionarse y alcanzar un segundo lugar, apoyado también en gran proporción por el movimiento antiPeña Nieto y Televisa, llamado #yosoy132.
Después de las irregularidades documentadas del uso de tarjetas Monex-Soriana por el PRI para ganar la Presidencia  y las impugnaciones promovidas por AMLO, el líder de Morena ha sabido esperar y aprovechar la coyuntura.
Sin dejar atrás sus frases recurrentes como: “la mafia del poder”, “el PRIAN”, “el despeñadero” entre algunas otras, ha aprovechado perfectamente lo que el presidente Enrique Peña Nieto denominó “mal humor social”, que se deriva de los escándalos de corrupción, inseguridad y los resultados fallidos de las reformas que con tanta insistencia se presumieron.
Hoy por hoy, AMLO con su discurso simple y agresivo hacia el gobierno, ha innovado con frases inusuales que se han colocado en el inconsciente colectivo como: “no lo tiene ni Obama”, “frijol con gorgojo”, “migajas” que se han vuelto virales en redes sociales y que ganan simpatía con generaciones jóvenes.
Aunado a ello, el abrigar la causa de la CNTE, lo coloca ante algunos como protector de los desprotegidos y gana adeptos que se dividen entre personas que realmente confían en él y otros que simplemente se han hartado de los resultados gubernamentales, pero que al final suman votos para ganar elecciones.
AMLO crece y se fortalece ante una ciudadanía inconforme y un gobierno inoperante e incapaz de resolver los problemas sociales.
Tal vez Andrés Manuel utilice más mercadotecnia que política, quizá presuma más forma que fondo y muy probablemente no pueda cumplir sus promesas aún llegando al Ejecutivo federal, pero lo que es incuestionable, es que su producto sigue en el mercado electoral  y con serias posibilidades de triunfo.

Facebook: MIGUEL DELGADILLO IBARRA
Twitter: @mike_delgadillo

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