La marca pensó que, para este producto, era una buena idea combinar dos de sus nombres más exitosos en el mercado de la época: la Ram y el Charger, para generar un impacto de “poder y capacidad” desde el primer momento.

A su llegada a México en 1988, este producto ofrecía espacio, poder y capacidad tanto para la jungla de asfalto como para actividades fuera de la ciudad, pero a diferencia de pick ups disponibles en esa época, la Ram Charger permitía aventurarse acompañado, pues tenía un espacio de cinco plazas.

Por qué amamos a la Ram Charger
Por qué amamos a la Ram Charger

A diferencia de Suburban , cuyo comprador era algún funcionario, empresario o heredero, la Ram Charger, con su característico emblema de carnero en el cofre, ponía la aventura al alcance de un público más amplio. También, la configuración de dos puertas con tapa posterior le daba rigidez y ayudaba a mantener el precio alcanzable.

La disponibilidad del gran motor V8 de 5.9 litros de desplazamiento con tracción 4x4, además de la abundancia de accesorios de personalización, le permitían a sus propietarios darle el toque propio que mejor ajustara a sus preferencias.

Rines, estribos, faros de niebla, entre otras partes de proveedores independientes, eran lo que daba el toque individual a esta SUV , especialmente en una época en la que no era posible pedir directamente a la marca fabricante dichos opcionales. Gracias a esto, surgió una serie de talleres especializados que brindaba al interesado la pauta para convertirla así en un vehículo que estuviera preparado por el consumidor, a su gusto, y comenzar con toda una corriente de personalización que sigue vigente en nuestro país.

Otro de los apartados interesantes de la Ram Charger era su esquema de suspensión trasera, que hacía equipo con el diferencial autobloqueable y la generosa altura al piso para dar cabida a la aventura en terreno difícil. La versión “Prospector” era de las más buscadas por los entusiastas del carnero.

Por qué amamos a la Ram Charger
Por qué amamos a la Ram Charger

En su tercera generación, y para ofrecer un mejor precio, la armadora manufacturó la Ram Charger en territorio nacional. Sus características combinaciones duotono ejemplificadas con el icónico azul sobre plata se hicieron de un lugar en el corazón del consumidor mexicano, llevando al entusiasta de cacería, pesca, montañismo o labores fuera del pavimento que hicieron que esta camioneta se ganara el corazón de los mexicanos.

La Ram Charger fue descontinuada en 2002, finalizando su producción en México y diciendo adiós con un motor potente bajo el cofre, pero sentando las bases de muchos de los productos actuales de la marca, especialmente las SUVs con aires todoterreno.

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