#Estudio

La economía colaborativa en la que se basan empresas como Uber y AirBnB representa un nuevo modelo de relaciones comerciales entre personas o entre personas y empresas. La mayoría de las iniciativas, llamadas en inglés de sharing economy, usan a la tecnología y las plataformas digitales como su motor de innovación.

“Este nuevo paradigma ofrece importantes oportunidades para favorecer la inclusión social, promover el espíritu emprendedor y desencadenar una ola de innovación que pueda contribuir a resolver algunos de los grandes problemas sociales, económicos y ambientales de los habitantes de la región”, dijo Brigit Helms, gerente general de Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Grupo Banco Interamericano de Desarrollo.

En la introducción al estudio “Economía Colaborativa en América Latina, elaborado por FOMIN y la IE Business School”, la especialista aseguró que la economía colaborativa fomenta valores sociales positivos de intercambio y colaboración a través de la innovación.

“Con una regulación adecuada y una supervisión adaptada a los nuevos modelos de las plataformas digitales, la economía colaborativa puede suponer un complemento y un estímulo para sectores de la economía tradicional. Estimulando la competencia, ampliando la oferta y promoviendo alternativas innovadoras”, dijo Helms.

En ese sentido, una de las grandes ventajas que los especialistas ven en este nuevo modelo económico es la reducción de la contaminación medioambiental causada por el transporte. La reducción de costos en bienes y servicios es otro de los efectos positivos que genera este fenómeno.

Nuevas relaciones comerciales. “La revolución digital nos sorprende cada día incorporando nuevas experiencias a nuestra vida, facilitando la interacción entre individuos y dándonos la oportunidad de acceder de forma más ágil y eficiente a productos y servicios hasta hace poco limitados a canales tradicionales y que en esta nueva era empoderan a consumidores y corporaciones para distribuir, compartir, usar y re-usar bienes”, aseguró Juan Carlos Arroyo, exdirector de innovación y emprendimiento de BBVA en México.

De esta manera, las plataformas que mejor entiendan las nuevas relaciones comerciales que se están estableciendo entre consumidores y proveedores de bienes serán las que más rápidamente crezcan a niveles locales, nacionales, regionales y globales. En palabras de Arroyo, actual responsable de la unidad de Captación de Inversiones y Proyecto Nómina de la institución española en el país, “Uber, la compañía de taxis más grande a nivel global, no posee coches. La compañía más popular de contenido, Facebokk, no crea contenido. La compañía de retail mejor valuada en el mundo, Alibaba, no maneja inventario. Y el mayor proveedor mundial de alojamiento, AirBnB, no posee propiedades”.

Y es que el éxito de estas empresas y sus modelos económicos está en la eficiencia que logran al brindar un servicio o producto, para lo cual se basan en herramientas tecnológicas. “Es por eso que en esta etapa, la aportación de las tecnologías emergentes y el hecho de que cualquier emprendedor es capaz de identificar deficiencias en la cadena de valor de oferta y demanda, son factores idóneos para que una Economía Colaborativa pueda ser creada en cuestión de segundos”, describió Arroyo dentro de su colaboración en el considerado como primer estudio en su tipo en la región latinoamericana.

El impacto en las economías tradicionales. Si bien las iniciativas de sharing economy mejoran muchos servicios, “su actividad impacta de manera clara a industrias ya existentes y que no pueden actuar en condiciones similares por la regulación, los activos específicos que poseen o simplemente la falta de flexibilidad.

Afectan al regulador también, al que se demanda por un lado flexibilidad y por otro mano dura ante nuevas realidades no contempladas en leyes y reglamentos creados en medio de contextos tecnológicos y sociales completamente distintos,

comentó Ricardo Pérez Garrido, participante en elreferido estudio de economía colaborativa y director del Programa Master en Gestión y Negocio Digital en la IE Business School.

Un ejemplo de lo anterior son las movilizaciones de taxistas en la Ciudad de México durante 2014 y 2015 en las que pedían la prohibición de servicios tipo Uber. Posteriormente, el gobierno de la ciudad regularizó el servicio y comenzó a cobrar algunos impuestos a estos servicios.

Pérez Garrido consideró que la economía colaborativa está “en su infancia en América Latina”, pero acotó: “El optimismo hacia el crecimiento futuro en el mercado es grande. Las fórmulas ya se han probado en otros ámbitos, y si se consigue romper las barreras de desconfianza y desconocimiento, el futuro es brillante”.

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