Existen alrededor de un millón y medio de especies conocidas en el planeta Tierra, cada una con su propia estrategia de supervivencia, producto de un proceso evolutivo de millones de años. Entre las relaciones ecológicas de los seres vivos destacan las interacciones benéficas para dos o más especies que han encontrado en la cooperación una herramienta para mejorar su capacidad de sobrevivir y reproducirse en un ambiente. Su estudio es importante, pues diversos autores evolucionistas han descuidado esta forma de relación y en cambio han puesto el énfasis en la competencia. Un caso paradigmático es Richard Dawkins y su tesis del gen egoísta. Otros naturalistas han desarrollado ideas para defender la colaboración tanto entre especies diferentes como al interior de una población, uno de los primeros proponentes de dicha idea, además del propio Charles Darwin, fue el anarquista, geógrafo y zoólogo Pedro Kropotkin, quien en su libro El apoyo mutuo sostiene que la colaboración es más importante en la evolución que la competencia. Los avances en el estudio de la evolución demuestran que ambas formas de interacción, además de otras, son fundamentales. De hecho el grado de colaboración entre dos organismos de dos especies es en algunos casos tan fuerte que algunos autores sostienen que en realidad constituyen un solo individuo, pues dependen uno del otro para poder sobrevivir, esto ha dado lugar al término de holobionte.

Una relación recientemente estudiada es la de los perezosos de tres dedos, que habitan en las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco, y las llamadas polillas del perezoso.

Los perezosos son mamíferos de movimientos lentos y pesados que pasan la mayor parte de su vida colgados de las ramas de los árboles, ya que son incapaces de caminar en el suelo (sólo se arrastran). La dieta del perezoso es muy restringida, ya que se alimenta principalmente de los productos vegetales de los árboles donde habita. Los nutrientes que le hacen falta provienen de la ingesta de las polillas que viven en su pelaje: una fuente de alimento sin la cual la salud del perezoso se vería afectada, y por lo tanto su supervivencia.

Las polillas del perezoso están adaptadas exclusivamente al ambiente del pelo del hospedero y se alimentan de sus secreciones. Una vez a la semana, el perezoso desciende al suelo, donde es más vulnerable, para defecar. En sus desechos, las polillas hembras adultas ponen sus huevos. Las larvas de la polilla viven y crecen en las heces del perezoso hasta que son capaces de volar y parten en busca de un nuevo hogar (en el pelaje de otro hospedero) completando así el ciclo de vida.

La asociación de dos organismos de especies distintas en la que ambos obtienen beneficios se conoce en biología como simbiosis, y “holobionte” es el resultado de la coexistencia permanente de varios biontes (especies).

Respecto al Homo sapiens, se ha calculado que hay 10 células bacterianas por cada célula humana en el cuerpo. Muchas de estas bacterias son esenciales para la salud del organismo (como las bacterias que componen la flora intestinal), por lo que el cuerpo humano puede considerarse como un sistema en el que varias especies contribuyen para la supervivencia y la reproducción diferencial del individuo como unidad (selección natural). Las especies que conforman un holobionte han evolucionado juntas mediante la selección natural de los organismos a través de muchas generaciones, por lo que comprender sus interacciones es fundamental para entender al “individuo”.

Como señala el artículo Design and Science of the Holobiont, publicado en junio de este año en el Journal of design and science del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), entender a los organismos como holobiontes significa redefinir la categoría de individuo y pensar el mundo desde otra perspectiva, aunque desde luego esto requiere un mayor análisis.

Coordinadora de Proyectos Académicos
Especiales, Secretaría General, UNAM

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