El informe publicado hace días por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestra el lamentable desempeño de los servicios de salud en México. Sin quererlo, se suman al bullying hacia las instituciones que preocupa al presidente Peña Nieto.

Supongo que el Presidente no creerá que la OCDE quiere “bulearlo”. Menos aún si el secretario de Salud es uno de sus precandidatos.

Tampoco debiera suponer que pequeñas organizaciones con recursos limitados tienen poder suficiente para acosar a las grandes instituciones de seguridad. Mejor sería entender cómo funcionan las democracias modernas y qué es la gobernanza democrática, que en México aún está en pañales.

El informe de la OCDE sobre la salud (Health at Glance 2017) es preocupante (http://bit.ly/2AN3zjL).

Comparto tres datos que muestran cuán graves son los padecimientos del sistema público de salud en México:

1.— Primer lugar en sobrepeso y obesidad. Casi ¾ partes de la población. Ligeramente por encima del campeón mundial histórico, los Estados Unidos. En nuestro país un tercio de la población padece obesidad (33%). Y casi cuatro de cada diez tiene sobrepeso (39%).

Esto representa un serio problema. Es un problema para la productividad y para las finanzas públicas. Y también para la estabilidad emocional y la economía de millones de familias, por su efecto en enfermedades del corazón y diabetes.

2.— Primer lugar en diabetes de personas adultas. La prevalencia es más del doble del promedio de la OCDE: 7%. Contra 15.8% en nuestro país.

La diabetes es una enfermedad crónica, incurable y degenerativa. Genera cada vez mayores costos de atención y deterioro personal. Produce ceguera y amputaciones. Los costos finales son inmanejables al llegar a las diálisis frecuentes.

El discurso oficial es que el crecimiento del mal es inevitable. Y que la responsabilidad es de las personas. Por sus hábitos alimenticios y su falta de ejercicio. Eso es falso, porque es parcial.

La primera responsabilidad radica en el sistema de salud. Puede detener la tendencia. Y puede evitar su complicación. Pero eso requiere atención preventiva, detección del riesgo y acciones preventivas, así como detección oportuna y atención para los casos ya diagnosticados.

En sus primeras etapas, la enfermedad permite vivir casi “con normalidad” y, si se controla con tratamientos adecuados, de mucho menor costo, evita el deterioro y las atenciones de alto costo (diálisis).

El sistema de salud está fallando para lograr la prevención del riesgo, la detección oportuna y el control en las etapas tempranas.

El Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles (Oment), patrocinado por la Fundación Carlos Slim, muestra que sólo el 42% de los pacientes ya diagnosticados con diabetes reciben la atención mínima necesaria para control (el examen de laboratorio A1c). ¿También la Fundación se suma al “buleo”?

3.— Primer lugar en mortalidad de pacientes hospitalizados por infartos cardiacos.

Ésta es una de las señales más claras del deterioro en la atención. Pese a ser hospitalizados, casi uno de cada 5 pacientes con un infarto mueren en un lapso de 30 días (19.2%). Este porcentaje no se ha modificado entre 2010 y 2015.

Hay muchos datos más. Urge reformar el sistema público de salud. Para garantizar acceso efectivo a toda la población. Para que los recursos crecientes canalizados en los últimos 10 años den resultados. Para priorizar prevención y detección oportuna. Para dejar de inaugurar grandes hospitales sin sentido. Para desterrar la corrupción que, como cáncer, está carcomiendo el sistema.

Ésta es una tarea urgente. Las fallas del sistema generan dolor. Literalmente, es de vida o muerte.

Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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