Cuando se difundieron los indicadores de empleo de Estados Unidos (EU) a principios de febrero, los mercados financieros, especialmente el accionario, registraron un fuerte ajuste porque la lectura que le dieron los analistas fue que como el mercado laboral estaba estrecho y las remuneraciones de los trabajadores en términos reales estaban creciendo, ello podría generar presiones inflacionarias, en un entorno económico donde la recién aprobada reforma fiscal podría estimular demasiado la economía, lo que ocasionaría que las tasas de interés de referencia pudieran ser elevadas con más frecuencia por la Reserva Federal (Fed).

Comenzó a surgir el temor de que la economía norteamericana podría estarse sobrecalentando; sin embargo, trasladar mecánicamente esta preocupación a la mexicana no siempre aplica, porque los indicadores de coyuntura que se han difundido en los últimos meses han mostrado una marcada desaceleración (crecimiento a una menor tasa) e incluso, contracción (variaciones negativas).

El Producto Interno Bruto (PIB) en México registró una desaceleración en 2017 al crecer 2.0% contra 2.9% en 2016 y la misma tendencia se replica en el PIB de las actividades primarías, secundarias y terciarias.

Las excepciones serían sectores como el manufacturero impulsado por las exportaciones (2.9% contra 1.5%) o por otros que tuvieron un buen crecimiento durante el primer semestre del año pasado, lo que les ayudó a quedar prácticamente tablas, como el PIB del comercio al por menor; o el de servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos y bebidas que tiene un desempeño más rezagado respecto al ciclo económico y que sea ha visto beneficiado por una gran afluencia de visitantes internacionales.

Mientras que las ventas minoristas crecieron 8.7% en 2016, el año pasado sólo subieron 1.3%. Si bien hubo segmentos que tuvieron mucho mejor desempeño como las de internet, TV y similares con 7.3% y artículos para la salud, 5.9%, todas crecieron a un menor ritmo, y aun hubo otros como las tiendas departamentales y los vehículos de motor que reportaron contracciones de 0.5% y 2.9%, respectivamente, como lo destacó EL UNIVERSAL el martes pasado.

Las variaciones anuales de las ventas al mayoreo y al menudeo ajustadas estacionalmente nos confirman que la tendencia es a la baja. Esto no debiera extrañarnos si consideramos que los consumidores se han visto afectados por la inflación, el encarecimiento del crédito, los bajos incrementos salariales y la menor confianza en la situación económica del país y en la propia.

Recordemos que el propio ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade el año pasado le sugirió al Banco de México ya no elevar la Tasa de Interés Interbancaria a un día, considerando que las alzas tenían un efecto rezagado, preocupado porque se pudiese generar un menor crecimiento.

Su racha alcista comenzó en diciembre de 2015 cuando la tasa de referencia estaba en un piso de 3.0% y en estos momentos se sitúa en 7.50%.

El martes pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) divulgó la tasa de desocupación (TD) de enero ajustada estacionalmente siendo de 3.4%. La TD muestra una marcada tendencia a la baja si consideramos que en marzo de 2014 era de 5.3%.

En Estados Unidos la nómina no agrícola, las remuneraciones de los trabajadores y la tasa de desempleo son indicadores muy utilizados y de referencia para los analistas.

Incluso el primero tiene un peso relativo muy elevado en el indicador coincidente (53%), por lo que no resulta extraño el interés que genera. Reuters y Bloomberg desde hace años levantan una encuesta de los pronósticos entre expertos, porque saben las reacciones que genera su anuncio.

El promedio semanal de horas trabajadas en la manufactura tiene un factor cercano a 28% y es uno de los 10 componentes del indicador adelantado.

En México, la TD se ha querido usar como un indicador de la actividad económica erróneamente. Por ejemplo, el año pasado se registró una TD de 3.5% en promedio y el PIB apenas creció 2.0%. En EU, se considera que una tasa cercana a 4.0% puede reflejar una situación de pleno empleo; aunque esto se ha puesto en cuestionamiento luego de la Gran Recesión en 2009, porque en la población económicamente activa (PEA) no se incluye a quienes desalentados por no encontrar trabajo, dejaron de buscarlo. Sin embargo, en términos generales tasas altas de desempleo están asociadas a caídas o bajo crecimiento del PIB y viceversa.

Cabe hacer hincapié que son dos realidades distintas. En México no se cuenta con seguro de desempleo, el subempleo es elevado (médico trabajando de taxista, ingeniero de vendedor, por ejemplo), el nivel de las remuneraciones es bajísimo (véanse cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) y el nivel de informalidad es muchísimo más elevado que en EU, además de que en ese país se considera como desempleado a quien trabaja menos de 15 horas a la semana sin pago en un negocio familiar de acuerdo a la definición del Departamento del Trabajo (https://goo.gl/LRDneB).

En conclusión, la economía mexicana no está sobrecalentada, pero el banco central seguirá subiendo la tasa interbancaria diaria en respuesta a las alzas que decrete la Fed y ante presiones inflacionarias que pudieran generarse por la volatilidad cambiaria ocasionadas por la incertidumbre en la renegociación del TLCAN, el proceso electoral y de fin de sexenio, o por las que surjan por otras causas.

Catedrático de la EST IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx

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