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En México existe una vasta cultura relacionada con la medicina tradicional que proviene de la época prehispánica y de la cual, su principal representante es la herbolaria.

En nuestro país, desde Chihuahua hasta Yucatán, se estima que hay entre 5 mil y 10 mil plantas medicinales o potencialmente medicinales. Investigaciones recientes han encontrado 112 tipos de hongos y líquenes que son utilizados con fines medicinales en comunidades indígenas, explicó el académico Carlos Zolla Luque, coordinador de Investigación del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El investigador califica de una “verdadera hazaña” que las comunidades indígenas hayan logrado preservar esta herencia histórica, principalmente, a través de la tradición oral y el aprendizaje de las nuevas generaciones a partir de la observación del trabajo de los especialistas, como las parteras.

Señaló que la herbolaria, la rama más conocida y asociada con la medicina tradicional, está tan impregnada en nuestra cultura que pueden encontrarse remedios en las alacenas de casi cualquier cocina mexicana. Un ejemplo es el epazote, que sirve lo mismo para preparar frijoles, que para eliminar lombrices intestinales.

¿Qué es la medicina tradicional?

—En México se entiende por medicina tradicional la heredada de la cultura prehispánica, especialmente del altiplano central, pero también de regiones como la península de Yucatán.

Es un sistema de una larga herencia histórica que se vio influida por la medicina europea, la africana y moderna. Normalmente se menciona a parteras, curanderos, hueseros, yerberos y rezanderos, como los recursos humanos principales de esta medicina.

¿Son los especialistas?

—Hay generalistas, como en la medicina occidental, y especialistas de determinadas enfermedades con causa de demanda de atención. Millones de mexicanos [la practican] mayoritariamente del campo, pero también hay una importante medicina tradicional urbana aunque menos conocida.

La Ciudad de México posee uno de los mercados más importantes, el complejo de Sonora y La Merced, donde el recurso principal son las plantas medicinales; éstas son tan importantes en la medicina tradicional que a veces se usan como sinónimos [aunque] la medicina tradicional es mucho más.

¿Por qué es uno de los conceptos más asociados?

—Es el recurso más amplio, mejor conocido y el más accesible para la población. En la Ciudad de México los precios de los ramitos generalmente no exceden los 20 pesos.

En la medicina tradicional hay cuestiones como animales y minerales medicinales y, sobre todo, hidroterapia, temazcales, toritos, baños de tina, de asiento, termales. Tiene un importante recurso humano, un sistema de clasificación de enfermedades y causas de demanda de atención, una idea de la anatomía y métodos y técnicas de diagnóstico y curación.

Es un corpus más complejo aunque las plantas sean muy importantes. En México se estima que hay entre 5 mil y 10 mil especies medicinales o potencialmente medicinales.

¿Cómo se han conservado?

—Es una auténtica hazaña de las comunidades indígenas y los sectores populares. Desde la conquista a la actualidad no ha habido escuelas de formación de curanderos, yerberos, hueseros, desarmadores, etcétera. Entonces, la tradición se ha conservado de manera oral, pero es mucho más que la palabra; por ejemplo, la muchachita que acompaña a la partera con experiencia para el control del embarazo o para la atención del parto, muchas veces aprende más viendo lo que hace la partera, aunque la tradición oral ha jugado un papel fundamental.

¿Todavía existen estos médicos tradicionales que tienen este nivel de conocimiento?

—Sin duda.

¿Sigue habiendo sorpresas en este campo?

—No faltan los que dicen que ya lo sabemos todo. En nuestra biblioteca de medicina tradicional citamos 46 especies de hongos medicinales. Un alumno llamado Joshua Hernández Bautista trabajó en seis comunidades del Estado de México, Hidalgo y Chiapas. Registró 112 hongos conocidos por la población como medicinales o alimenticios. Gran parte de ellos no habían sido registrados antes. Nadie había estudiado los líquenes medicinales, y este colega registró 112 hongos y además líquenes medicinales.

¿Dónde están los médicos tradicionales?, ¿hay en todo el país, o se han ido extinguiendo y se están conservando en algunas entidades?

—Siempre se ha dicho, en parte con razón, que donde hay más población indígena, hay más medicina tradicional. Esta rama está bastante bien repartida a lo largo de todo el país.

Pongo un ejemplo que ayuda a comprender estos fenómenos, si van a un mercado donde hay plantas medicinales en Mérida van a encontrar la planta gobernadora, del norte del país; si vas al norte, a Culiacán, a Chihuahua, van a encontrar especies de las zonas del trópico húmedo.

México tiene una estructura de tianguis y mercados de tres mil años que permite que plantas de un ecosistema las encontremos en otros.

¿Quiénes recurren a la medicina tradicional?

—Las plantas medicinales están muy extendidas en términos de población. En las alacenas de la cocina hay hojas de epazote se utilizan para las quesadillas y los frijoles, también matan las lombrices intestinales; si uno sigue explorando hay romero, hierbabuena y albahaca, que también tienen usos medicinales.

¿Hay riesgo de que desaparezca la medicina tradicional por la expansión de la mancha urbana, contaminación y calentamiento global?

—Las leguas indígenas, la medicina tradicional y los chilangos, sí, estamos sujetos a efectos negativos. La perturbación del hombre puede multiplicar las especies, pero también al revés, si la mancha urbana va a poner cemento donde había tierra, sí. El calentamiento global va alterar esta suerte de homeóstasis que tiene la naturaleza.

En buena medida, la expansión de la mancha urbana es una amenaza para la medicina tradicional, sobre todo, para ciertos recursos como las plantas que requieren el equilibrio de los ecosistemas. También la pérdida del conocimiento.

¿Cuáles son los padecimientos por los que se demanda atención?

—Los malestares que más demandan atención son el mal de ojo, el empacho, el susto y la caída de la mollera. Hay una enorme cantidad de poblaciones indígenas, con menos de 100 habitantes, donde no hay servicios médicos, menos sicólogos o siquiatras. Quien cumple esa función es el curandero. A esta problemática se han sumado episodios difíciles como la migración o el narco. Hay comunidades indígenas altamente estresadas. El estrés no es sólo de las ciudades, pero allí ¿quién hace de sicólogo? La medicina tradicional es un sostén sicológico de la población.

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