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horacio.jimenez@eluniversal.com.mx
El escenario era impresionante. Cientos y cientos de sillas llenas de soldados, marinos e integrantes de la Fuerza Aérea, muchos de ellos con sus respectivas familias. Todos esperaban al Presidente de la República, para escuchar un respaldo a su labor en contra del crimen organizado, después de descalificaciones en los últimos días.
Más que un evento político y un discurso acartonado, el presidente Enrique Peña Nieto rompió el protocolo desde su llegada para intentar quitar esa barrera que, muchas veces, hay entre la tropa y el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
El Presidente dejó el atril y el discurso que le prepararon al centro del escenario. Pidió el micrófono inalámbrico e improvisó. Caminaba de un lado a otro en el gran escenario verde, pero sentía que había que hacer algo más para estar cerca de los efectivos de las Fuerzas Armadas.
El Presidente decidió bajar del escenario y mostrar el aprecio que le tiene a las Fuerzas Armadas y de manera recíproca, recibir saludos y abrazos de parte de la tropa. La intención del Jefe del Ejecutivo era continuar con su discurso y saludar a la mayoría de los soldados; sin embargo, la demanda de saludos y selfies le hicieron dejar el discurso por unos minutos para solamente atender a los asistentes.
Quería abrazar, saludar y tomarse fotos con el mayor número de efectivos. Entre el público había hombres, mujeres, jóvenes y niños que se sentían orgullos de que sus padres, tíos y hermanos pertenecen a las Fuerzas Armadas.
En su recorrido, parecía que regresaba, por unos minutos, a su época de campaña y los asistentes aprovechaban e interrumpían su paso para pedirle una foto. Había aplausos, porras y celulares a su paso.
En su recorrido, había un niño que lo seguía y seguía, hasta que se armó de valor y le pidió al Presidente tomarse una foto con él. “Tómatela rápido mi amigo”, le dijo el Presidente. Inmediatamente después, dijo: “O los saludo o les doy mensaje. ¡Ya no sé qué voy a hacer!”.
A su paso, le pedían fotos y él accedía, pero pedía rapidez para poder estrechar la mano de los que más pudiera. Se percibía un ambiente cordial, incluso el Presidente bromeó con un soldado, quien le pidió que se tomara una foto con su hijo y él dijo: “No soy cantante”, por el micrófono que llevaba en la mano.
También se encontró con cuatro mujeres soldados y la iniciativa de tomarse una foto fue del propio Presidente, a lo que una mujer accedió inmediatamente y le dijo: “¡Sí, sí, sí, por favor!”.
Fue el mismo Presidente de la República quien les pidió a los secretarios de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, y de Marina, Vidal Francisco Soberón, este encuentro con los efectivos y sus familias. Al final, dijo: “Superó en mucho mis expectativas”.
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