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Tuxtla Gutiérrez, Chis.— Ante cerca de 100 mil feligreses, el papa Francisco admitió que la familia está siendo debilitada, cuestionada, puesto que se cree que no tiene espacio en nuestras sociedades, y bajo la pretensión de modernidad se propicia cada vez más un modelo basado en el ais- lamiento, por lo que reiteró la importancia de mantenerla y de que el pilar sea el matrimonio de un hombre y una mujer.

En el Estadio Víctor Manuel Reyna, el líder católico expuso en su mensaje que “es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se le puede aplicar lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar”.

Francisco dijo que prefiere una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort: “Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión”, dijo.

El Pontífice afirmó que “la precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte, ya que no sabemos cómo hacer para salir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo.

“La precariedad no sólo amenaza el estómago, y eso es decir mucho, sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada”.

Jorge Mario Bergoglio dijo que “la forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, se tiene que dar a distintos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno”.

¡Échenle ganas! El obispo de Roma escuchó con atención testimonios de familias. El primero en tomar la palabra fue Manuel Alejandro Morales Montoya, quien padece una enfermedad que lo mantiene en una silla de ruedas y quien le contó su historia: “Antes caminaba, corría y caminaba como todo niño. Tengo distrofia muscular, me puse muy triste al ver que no podía caminar ni jugar. Antes de que conociéramos a Dios siempre había pleito en mi familia, pero ahora todo es diferente”, afirmó.

Enemio Hernández Robledo agradeció, a nombre de su esposa, hijos y sus padres, que cumplieron 50 años de casados, la visita del Papa a Chiapas. “El matrimonio sí es posible. Ellos hace 50 años juraron amarse y dar vida a sus hijos. Junto con ellos, mi familia se siente bendecida porque a través de nuestros padres Dios nos ha regalado la fe católica”, dijo.

Otro caso fue el del matrimonio de Humberto y Claudia. Cuando se conocieron ella era divorciada y con tres hijos, él era soltero. Tras unir sus vidas tuvieron un hijo más, que ahora es monaguillo. “Hace tres años nos acercamos a la Iglesia y recibimos amor. Los divorciados y vueltos a casar no podemos comulgar, pero lo podemos hacer en otros hermanos necesitados”, relataron.

El último testimonio fue el de Beatriz, una madre soltera de la arquidiócesis de la Ciudad de México, quien dijo que “varias veces quedé embarazada y, aun cuando tuve la tentación del aborto, no lo hice porque tuve la ayuda de Dios”.

El Pontífice escuchó los testimonios de las tres familias procedentes de todo el país y que pasaron por distintos problemas.

Les insistió que le “echaran ganas”, como le dijo Manuel Alejandro que él hace todos los días.

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