En los últimos doce meses hemos visto un espectacular aumento del número de países que han mostrado su apoyo a una visión de largo plazo frente al cambio climático. Un avance sin duda emocionante.

Hoy, muchos reconocen que la mejor apuesta por un mundo estable y saludable pasa por poner en marcha políticas y acciones para llegar, en la segunda mitad de este siglo, a lo que unos llaman “neutralidad climática” y otros “cero neto de emisiones”.

El G7 hace unas semanas reiteró su promesa de descarbonizar progresivamente la economía global y financiar las ambiciones climáticas de los países en desarrollo. Ambos son requisitos para lograr una seguridad estable y duradera. Y cada vez más ciudades, regiones y empresas están haciendo suya esa ambición.

Esta visión a largo plazo no está movida por el populismo o un idealismo romántico, sino por la ciencia. Es por ello que los gobiernos se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura media global por debajo de los 2 grados centígrados en este siglo.

Informes como la 5a. Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) arrojan las siguientes conclusiones centrales:

El límite de los 2°C, que guía la acción internacional, es la mejor línea defensiva frente a los peores impactos climáticos que cabe esperar. Reconociendo que para muchos países 1.5°C es un límite aún más seguro.

Demorar la reducción de emisiones pondrá a la sociedad frente a mayores y peores riesgos.
Se pueden lograr hitos en la reducción de las emisiones globales impulsando la eficiencia energética, ampliando el uso de renovables y apostando por una agricultura sostenible.

Estos datos clave deben centrar la atención de la conferencia “Nuestro Futuro Común Bajo el Cambio Climático” que esta semana reúne en París a científicos de primera línea.

Es hora de que los científicos se pongan manos a la obra y hagan ver a sus conciudadanos las claras evidencias sobre el cambio climático.

Escribiendo en los diarios nacionales, dando entrevistas y dialogando con sus comunidades, los científicos pueden ser los embajadores que hagan posible un cambio para mejor.

El acuerdo de París tendrá que pasar por numerosas pruebas que permitirán a los ciudadanos valorar su éxito. Será importante que los gobiernos muestren un claro compromiso con la acción a largo plazo y con una visión de neutralidad climática, si quieren convencer de su determinación a gestionar mejor el mundo para hacerlo más estable y próspero.

Se trata de que manifiesten su apoyo a largo plazo a sistemas de generación de energía más sostenibles que nunca, a ciudades más limpias y vivibles, a productos menos intensivos en el uso de recursos, así como un mejor manejo de la infraestructura y los servicios naturales de la tierra, desde los bosques a los ríos, pasando por los suelos y los arrecifes de coral.

Cuando sólo faltan cinco meses para concluir el acuerdo de París, llegó la hora de poner sobre la mesa los fundamentos científicos más importantes y hacerlo de forma clara y honesta.

Si los investigadores creen que un buen acuerdo requiere una visión a largo plazo, es hora de que lo digan claro. La conferencia de esta semana les da la oportunidad de hacerlo en nombre del Futuro Común de todos los pueblos del mundo.

Secretaria ejecutiva de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático y director del Centro de Investigación de Sistemas Medioambientales de la Universidad de Kassel

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses