En sólo cuatro meses, el secretario de Relaciones Exteriores quedó ponchado en materia de derechos humanos. Dos pleitos innecesarios y un cambio de opinión de último momento proyectaron a José Antonio Meade como un bateador inexperto en la tarea diplomática. De no fortalecer sus destrezas, el joven secretario no logrará llevarnos a la primera base en este tema, ni cumplir con el compromiso ineludible que tiene el Estado con la promoción, protección y defensa de los derechos humanos, enmarcado en la Constitución.

La primera bola fue lanzada el 9 de marzo por el relator especial de Naciones Unidas sobre la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Juan Méndez. La investigación que Méndez hizo en 2014 en México le llevó a declarar que el uso de la tortura es generalizado. Meses atrás el relator había compartido las conclusiones de su informe con Meade, quien no articuló objeción alguna entonces. Sorprendió a todos que ante la bola del experimentado relator el canciller haya optado por un swing con aspavientos. La inconformidad acalorada del diplomático mexicano quedó documentada en el comunicado número 176 del 5 de abril de 2015 de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), así como en un artículo publicado por EL UNIVERSAL el 8 de abril, donde argumentó que los malos tratos en México sólo son casos aislados.

El strike más aparatoso ocurrió el 16 de junio, cuando Meade retiró la candidatura de Miguel Sarre al Comité contra la Tortura de la ONU para sustituirla por la de Claude Heller, disciplinado embajador en retiro. Para representar a México en este organismo —que debe ser integrado por expertos independientes—, Meade había propuesto originalmente al profesor del ITAM y experto en derechos humanos. Esta decisión era la carta más fuerte que el canciller tenía para enviar un mensaje sobre el compromiso del país para combatir la tortura. Al optar por la remoción de la candidatura original, el titular de la SRE no sólo deshizo lo bien hecho por él mismo, sino que minó la credibilidad de sus declaraciones sobre su compromiso en el combate a la tortura. Ya que la designación corresponde directamente a la SRE, la remoción de la candidatura de Sarre fue una decisión particularmente desafortunada.

El tercer strike ocurrió hace unos días. El 25 de junio el gobierno de Estados Unidos presentó su informe anual sobre derechos humanos, en el cual concluyó que en México existen violaciones a los derechos humanos y la policía y los militares están involucrados en abusos serios como asesinatos, tortura y desapariciones. Como ejemplos citaron los episodios en Tlatlaya y Ayotzinapa. Ante estas expresiones, el encargado de la política exterior decidió descalificar el mensaje argumentando que resultó de un ejercicio unilateral.

Las expresiones públicas de los últimos meses de Meade desentonan con la ambiciosa reforma constitucional de 2011 que ofreció poner a los derechos humanos como prioridad del Estado. En vez de negar la existencia generalizada de violaciones a los derechos humanos, el Estado debe prevenir, investigar, sancionar y repararlas. Ojalá que Meade, como los buenos peloteros en formación, se apreste a pulir sus ademanes en el bate y en un día, no muy lejano, nos deje ver su primer hit.


Coordinadora e investigadora, respectivamente, del Proyecto de Calidad de la Justicia de México Evalúa

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