Lejos de moderar su posición ante la gran crisis de su inicio de mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió redoblar su retórica belicista contra Corea del Norte, escalando la tensión entre ambos países. La amenaza cada vez más real de un ataque sobre territorio estadounidense —Pyongyang publicitó su plan para bombardear Guam a finales de agosto— no sirvió para que el magnate de EU rebajara el tono.

“Les pasarán cosas que nunca imaginaron que fueran posibles” en caso de que los norcoreanos decidan atacar a EU o sus aliados, dijo Trump desde su retiro vacacional de Bedminster (Nueva Jersey). No se quedó ahí. La amenaza de respuesta con “fuego y furia” a cualquier reto enviado desde Corea del Norte no fue “suficientemente dura”, en opinión del presidente de EU.

Trump parece haber entrado en una lucha de retórica sin final conocido con el líder norcoreano, Kim Jong-un. Nadie sabe en qué momento uno de los dos decidirá que su adversario habrá traspasado la línea roja y, como respuesta, decidirá atacar militarmente. Corea del Norte lo tiene claro: cuando lo considere, lanzará cuatro misiles que caerán a 30 o 40 kilómetros de la isla de Guam, territorio estadounidense en el Pacífico.

Fiel a su política de no avisar de sus acciones, la administración Trump no ha dado señales de su estrategia. “Nos estamos preparando para todas las alternativas”, dijo el presidente. Según NBC, el Pentágono estaría planeando incluso un ataque preventivo a las instalaciones norcoreanas donde se ha detectado que se realizaron los últimos ensayos balísticos. El ejército de EU lleva meses haciendo pruebas con caza-bombarderos B-1B en la región.

El intento de rebajar la tensión del secretario de Estado, Rex Tillerson, no surtió efecto. El estamento militar apoya al presidente Trump, al considerar que Pyongyang está jugando con fuego y hay que parar los pies de su programa nuclear con una demostración de fuerza. Aun así, el secretario de Defensa, Jim Mattis, insistió en que “la tragedia de la guerra es bien conocida y no necesita otra descripción más allá de que sería catastrófica”.

La ex asesora en seguridad nacional de Barack Obama, Susan Rice, coincidió en un artículo en el The New York Times en que el mundo no puede permitirse que Pyongyang consiga capacidad nuclear, pero criticó la gestión de la administración Trump. Para la experta, no pueden seguir las amenazas “locas” de guerras nucleares, ni una acción militar preventiva que llamó “lunática”.

“Lo que han estado haciendo, y se han escabullido, es una tragedia y no se puede permitir”, resumió Trump.

A pesar de todo esto, dijo que no está desafiando a nadie y se mostró dispuesto al diálogo, aunque “no ha funcionado en los últimos 25 años”. El régimen norcoreano puso su grano de arena en la escalada verbal, asegurando que EU sufrirá la “derrota más vergonzosa” si “persiste en su aventura militar, de sanciones y presión”, en un comunicado a través de una agencia estatal en la que asegura que va a “aniquilar sin compasión a los provocadores”.

Una opción es esperar que la intermediación de China surta efecto. “Espero más de China”, reiteró Trump, quien como siempre vinculó la cooperación en el asunto norcoreano con asuntos comerciales. China lleva días dejando clara su apuesta por el diálogo. En uno de sus últimos editoriales, el China Daily, diario oficialista chino, alerta de cuán “contraproducente” es la escalada retórica para acabar con el conflicto.

La Unión Europea, por su parte, anunció que aplicará las sanciones aprobadas por unanimidad por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, e incluso las amplió.

Sorprendentemente, Trump aseguró que su intención es “desnuclearizar el mundo”, para él la “mayor amenaza” del planeta. Paradójicamente, un día antes anunció que su mayor objetivo era que EU tuviera el arsenal atómico más grande del mundo y de la historia “de lejos”, una prioridad que dijo ya estaría llevando a cabo (algo que, por cierto, es falso). Además, anunció que va a incrementar el presupuesto de los escudos antimisiles “en miles de millones de dólares”.

A todo esto, Guam, la pequeña isla foco de toda la atención militar, vive en relativa calma. “Hay preocupación, pero no pánico”, resumió el gobernador Eddie Baza Calvo, quien añadió que el territorio está “perfectamente equipado” para enfrentar un ataque norcoreano.

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