Aunque su Partido Conservador perdió la mayoría parlamentaria y sus rivales exigen su renuncia, la primera ministra Theresa May se mantiene en el cargo por ahora, tras haber sido autorizada por la reina a intentar formar un gobierno de minoría, en un país que mostró estar profundamente dividido.

Medios británicos resumieron en una palabra lo ocurrido el jueves, cuando en las elecciones generales el Partido Conservador perdió 12 escaños de los que tenía en la Cámara de los Comunes y se quedó con 318, ocho menos de los necesarios para lograr la mayoría. El Partido Laborista sumó 262, 30 diputados más de los que tenía hasta ahora.

“Acabo de ver a su majestad la reina y ahora formaré gobierno, uno que pueda proporcionar certezas y conducir a Reino Unido hacia adelante en este momento crítico para nuestro país”, dijo May al término de un breve encuentro con Isabel II, a quien pidió oficialmente la autorización para formar un nuevo Ejecutivo. “Este gobierno guiará a nuestro país en las negociaciones cruciales sobre el Brexit —la salida británica de la Unión Europea— que empezarán en 10 días y responderá al deseo de los británicos de llevar a cabo con éxito la salida de la Unión Europea”, afirmó.

Sin embargo, dados los resultados, May tiene que encontrar un aliado que apoye su política. En su breve declaración ante la prensa, la primera ministra explicó que se ha acercado a los unionistas norirlandeses del DUP (Partido Democrático Unionista), que obtuvieron 10 escaños. Sumados a los 318 de los conservadores, contabilizarían 328, es decir más de la mitad de la cámara. May dejó entrever que no habrá coalición de gobierno formal y, de todos modos, la negociación no será tan sencilla. Por poner un ejemplo, la oposición del DUP al aborto y a los matrimonios entre homosexuales es una postura que va en contra de la visión moderna de los conservadores.

Otro gran perdedor de la jornada fue el Partido Nacional Escocés (SNP),que consiguió sólo 35 escaños de los 56 que tenía y, aunque sigue siendo la tercera fuerza ve alejarse las posibilidades de votar por la independencia escocesa. Y qué decir del antieuropeo UKIP (Partido para la Independencia del Reino Unido), cuyo líder, Paul Nuttall, anunció su dimisión al no conseguir ni un escaño.

Por lo pronto, May anunció que mantendrá a sus ministros clave, incluidos el de Finanzas, Philip Hammond, el de Exteriores, Boris Johnson, y el del Brexit, David Davis, conservarán su cargo en el nuevo Ejecutivo.

Tras las negociaciones pertinentes para lograr un gobierno de minoría, May se someterá a una moción de confianza en el Parlamento. De no superarla, tendría que presentar su dimisión. La reina Isabel entonces tendría que invitar al líder del primer partido de oposición, el laborista Jeremy Corbyn, a formar el Ejecutivo. Los laboristas podrían lograr el apoyo de los Liberal Demócratas y los nacionalistas escoceses.

El cataclismo conservador prolonga el año turbulento de la política británica desde que el país votó inesperadamente a favor de la salida de la Unión Europea en junio de 2016. Todos los dedos apuntan contra May, diciendo que las elecciones del jueves no tenían que haberse realizado, en primer lugar.

Ella buscaba afianzar su mandato y fortalecerse de cara a las negociaciones del Brexit. Pero entre otros factores, los tres atentados que ha sufrido el país desde marzo y que lo tienen en nivel de alerta “severo” modificaron las cosas. Expertos señalan que May tampoco consideró como debía que casi la mitad de los británicos no estuvieron de acuerdo con el Brexit, y su voto fue, en este sentido, para evitar al menos una salida “dura”.

La primera ministra dijo que “reflexionará sobre lo que necesito hacer en el futuro para que el partido salga adelante”. Corbyn insistió en exigir la renuncia de May, quien argumentó que “el país necesita un período de estabilidad y sean cuales sean los resultados, el Partido Conservador garantizará que podamos cumplir esa tarea”. Figuras de su partido, como la ex ministra Anna Soubry consideraron que May debe pensar en renunciar, ya que se “encuentra en una situación muy difícil”. El presidente estadounidense Donald Trump calificó de “sorprendente” el resultado de los comicios británicos y expresó su “cálido apoyo” a May.

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