El derecho a que un trabajador se desconecte fuera del horario laboral avanza en Europa.

Desde el pasado domingo, Francia cuenta con una ley que obliga a las empresas a limitar el uso de las tecnologías de la comunicación (mensajerías, correos electrónicos y teléfonos móviles) para garantizar el tiempo de descanso de los empleados.

La ley establece que el trabajador tiene derecho a 11 horas de reposo entre dos jornadas laborales. Para garantizarlas, las empresas con más de 50 trabajadores deben fijar normas que limiten los horarios de conexión, incluso si esto implica forzar a sus empleados a que respeten ese tiempo de descanso.

En el supuesto de que dentro de la empresa no se alcanzase un acuerdo sobre esas normas, la compañía debería publicar un documento en el que reconozca sus demandas a los empleados. Los sindicatos franceses han aplaudido la idea, pero denuncian que la legislación ha nacido incompleta, porque no estipula sanciones a las empresas que la violen, y deja todo en manos de negociaciones internas.

El diario Le Monde publicaba el lunes que la presión para mejorar resultados y el trabajo simultáneo dentro de distintos husos horarios (habitual en las multinacionales) han impedido que medidas de este tipo funcionen en firmas como Canon o Sodexo. En cambio, otras compañías francesas sí han conseguido imponer con éxito medidas en esa línea.

Desde septiembre Orange pide a sus empleados que establezcan horas de no mirar el correo. Michelin también tiene “un control de las conexiones a distancia” para sus directivos en horas de descanso.

Todas estas son iniciativas que han intentado anticiparse a la nueva legislación, que propone asumir limitaciones basándose en el argumento de que las tecnologías de la comunicación “si están mal controladas, pueden tener un impacto para la salud de los asalariados”.

En Alemania el debate no es nuevo, y algunas de las grandes empresas llevan años aplicando regulaciones internas al respecto.

Volkswagen inició en 2011 un bloqueo a los buzones de correo de mil empleados, que fue extendiendo al resto de la plantilla. BMW ha optado por pagar horas extras a quien trabaje con dispositivos móviles fuera de horarios de oficina.

En España, el Tribunal Supremo también sentenció en 2015 a favor del derecho a desconectarse del trabajo. Estipuló que la cláusula de los contratos que obliga a los empleados a facilitar el número de móvil o el correo electrónico es abusiva, y que la cesión de esos datos para facilitar la localización fuera de horas de oficina debía ser voluntaria.

Los sindicatos españoles han aplaudido la medida francesa. La Unión General de Trabajadores (UGT) explica que la tecnología y el acceso a internet “están afectando a la conciliación de la vida personal y familiar, con consecuencias cada vez más importantes sobre la salud de los trabajadores”.

El debate sobre la necesidad de la desconexión está llegando a la agenda política española.

Uno de los puntos del pacto de gobierno firmado en agosto entre el Partido Popular y Ciudadanos dice que esta legislatura “analizará el establecimiento en la ley de límites claros al control tecnológico de la prestación laboral y el reconocimiento del derecho a la desconexión”. Otros partidos, como el socialista, proponen en su programa electoral medidas similares.

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