Essen, Alemania.— La canciller alemana, Angela Merkel, logró ayer el apoyo casi cerrado de sus filas conservadoras, a 10 meses de las elecciones generales en las que optará a un cuarto mandato y ante una campaña electoral que, advirtió, no será dulce.
El congreso federal de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que se celebra en Essen (oeste), la ratificó como presidenta con 89.5% de los votos, dos semanas después de anunciar su decisión de presentarse a la reelección como canciller. Fue su segundo peor resultado hasta la fecha, tras el 88.4% cosechado en 2004. Hace dos años logró 96.7%, cercano entonces al récord logrado en 2012 —97.9 %—.
Sin embargo, se trata de un respaldo más que holgado para alguien que lleva 16 años liderando el partido y 11 al frente del gobierno federal.
La votación siguió a un discurso de una hora y media de la líder, quien pidió a sus filas unidad ante una campaña electoral que “no va a ser fácil”. “Necesitaré su ayuda”, afirmó.
Durante su intervención, la canciller endureció la línea en materia de refugiados, la cuestión que más ha minado su liderazgo y más problemas le ha acarreado con su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), que le exige un giro derechista.
“Una situación como la que vivimos en el verano de 2015 —cuando se registro una gran oleada de migrantes— no se puede y no se debe repetir. Ese es mi objetivo político tanto en Alemania como en Europa”, dijo.
La mandataria defendió el polémico acuerdo migratorio firmado con Turquía que, según dijo, es “decisivo” para garantizar que los refugiados no caigan en manos de los traficantes de personas. “Este tratado —por el que Ankara frena el paso de los migrantes— salva vidas cada día”, agregó.
Merkel se mostró asimismo partidaria de frenar la migración ilegal y de acabar con las causas de la migración para que nadie deba abandonar su país de origen. “No todos los 890 mil refugiados que llegaron pueden y deben quedarse aquí”, señaló la canciller, quien prometió que de ganar las elecciones no subirá impuestos.
La gobernante ha endurecido su discurso en relación a la inmigración en un momento en el que un partido populista de derechas y con tintes xenófobos, Alternativa para Alemania (AfD), se sitúa según sondeos como tercera fuerza política en el país y según sondeos logrará en 2017 escaños en el Parlamento federal (Bundestag), algo que hasta ahora no obtuvo ningún partido ultraderechista en este país.
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