Bruselas.— Por más de medio siglo, los orquestadores del proyecto comunitario se han resistido a transformar el peso económico de la Unión Europea (UE), en uno militar.

La élite comunitaria no ha visto la necesidad de fortalecer la defensa, ni las capacidades colectivas de actuación extraterritorial, teniendo como garante de su seguridad a Estados Unidos y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Ni siguiera conflictos armados en las inmediaciones de sus fronteras, como la guerra de Kosovo, en 1999, o la anexión unilateral de la península de Crimea por parte de Moscú, en 2014, han provocado una respuesta de Bruselas. Los ejércitos europeos se han reducido en tamaño, presupuesto y capacidades desde la caída del Muro de Berlín.

Sin embargo, la victoria del candidato republicano, Donald Trump, en las presidenciales estadounidenses, ha terminado por despertar a la UE del letargo militar en que se encontraba. “Llegamos al punto que resulta inevitable. No ocurrirá de una noche a otra, hay demasiadas diferencias entre los Estados miembros, pero no hay duda de que hay un creciente reconocimiento de que Europa necesita de su propia estructura de defensa y militar. El triunfo de Trump ha apresurado las discusiones”, dice a EL UNIVERSAL Judy Dempsey, experta del centro de estudios Carnegie Europe.

El cambio de paradigma tuvo lugar el pasado 14 de noviembre, en la primera reunión convocada por los Ministros Europeos de Exteriores y Defensa tras la victoria de Trump, y en la que pactaron finalmente avanzar en el proyecto de una Unión Europea de Defensa. “Ahora todos reconocen que la seguridad es un asunto europeo. Los tiempos para la teoría han llegado a su fin”, aseguró al concluir el encuentro la Alta Representante de la Política Exterior Europea, Federica Mogherini.

La UE ha estado bajo presión de Washington para hacer más en defensa desde hace años. No sólo el Pentágono carga con el peso logístico y estratégico de la OTAN, también con la factura. De todos los socios comunitarios, sólo Gran Bretaña, Polonia, Estonia y Grecia —aunque este último destina más de la mitad a cubrir salarios del personal militar— cumplen con el acuerdo de destinar por lo menos 2% de su PIB a defensa.

Durante la administración de los presidentes George W. Bush y Barack Obama, prevalecieron los intereses geoestratégicos estadounidenses sobre las finanzas; con Trump las cosas cambiarán: “¿No pagas? No tendrás apoyo militar”.

“Por primera vez desde la Primera Guerra Mundial Europa se ha quedado sola. No podemos seguir escondiéndonos bajo el paraguas estadounidense”, sostiene el líder de los liberales en el Parlamento Europeo y antiguo premier belga, el eurodiputado Guy Verhofstadt. “Si nuestro peso colectivo no lo ponemos sobre la balanza, China, Rusia y Estados Unidos se van a repartir la UE”, alertó el ministro de Exteriores luxemburgués, Jean Asselborn, en una reciente visita a la capital europea.

Mogherini presentará a corto plazo un plan concreto para materializar las ambiciones militares europeas. El punto de partida será una iniciativa que presentó Mogherini en junio pasado y un plan diseñado por Alemania y Berlín en septiembre pasado. De acuerdo con esas líneas directrices, no se buscará crear un ejército europeo, sino sumar capacidades y aprovechar los pactos regionales y bilaterales actualmente en operación, como el establecido entre los países Bálticos, los escandinavos, Bélgica y Holanda, Alemania y Francia.

Mogherini prevé que la no duplicación de capacidades se traduciría en la liberación de recursos para estimular la industria armamentista europea y poner en práctica el proyecto de los grupos de combate de la UE. “Se necesita un mecanismo de defensa que coopere con la OTAN, pueda decidir cómo se va a proteger a Europa, porque lo que está en juego es la seguridad de Europa. El proceso ha iniciado”, indica Dempsey.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses