Miles de manifestantes marcharon de la Plaza de Mayo al Congreso de Argentina para exigir la legalización de la marihuana con fines medicinales y recreativos.

“No más presos por cultivar, ¡regulación del cannabis ya!”, rezaba la manta que encabezaba el desfile de activistas de organizaciones como “Mamá cultiva” y Cameda (Cannabis Medicinal Argentina), que promueven en particular el uso terapéutico de esta planta.

Al frente de la manifestación, varias familias mostraban pancartas que advertían “el dolor no puede esperar” y los rostros de niños con diversos padecimientos que pueden ser atendidos con aceite de cannabis, el cual todavía no está autorizado en este país.

Uno de ellos era Mauricio, un hombre que empujaba la silla de ruedas de su nieto Nahuel, de 14 años, quien se convulsionaba entre cuatro y cinco veces por día hasta que comenzó a tomar cannabis medicinal y ahora sólo padece, como mucho, una convulsión semanal.

“Esto nos cambia la calidad de vida a toda la familia, pero estamos desesperados porque ya tenemos la solución, pero no el medicamento”, dijo al explicar que el aceite se produce a partir del cogollo de la planta de marihuana y que no todos los pacientes requieren la misma dosis.

Miriam se sumó por primera vez a la marcha para pedir la legalización de la marihuana porque su hijo Santiago, de 23 años, padece una patología de médula que lo ha obligado a operarse ya en 38 ocasiones.

“No queremos causarle más dolor, si con esto puede tener un poco de bienestar, esta semana empezamos con tratamiento, es probable que aminoren el dolor y las convulsiones, ya tuvo 23 desde que sufrió dos accidentes cerebrovasculares en diciembre”, afirmó.

También desde el frente de la marcha, Hugo contó que su sobrina Agustina, de 16 años, tiene epilepsia refractaria y toma 450 pastillas de medicinas legales por mes que no mejoran en nada su situación, por lo que ya empezaron a probar con el aceite de cannabis.

Analía contó que su hijo Federico, de 14 años, tiene el mismo padecimiento y está tomando cuatro drogas legales, pero casi no puede caminar y sigue con las convulsiones. Desde hace dos meses que comenzó a tomar marihuana medicinal cambió en el aspecto cognitivo, “está más despierto, más vivo”.

La manifestación, cuya participación crece cada año, fue acompañada por coros multitudinarios que exigían la legalización del autocultivo con consignas como: “no soy un delincuente, no soy un criminal, yo cultivo marihuana, no más presos por plantar”.

Una niña portaba un cartel con la frase: “cultivar para mi hermano no me vuelve delincuente”, mientras otros señalaban que “la salud es un derecho”, “el cannabis medicinal es bienestar para la familia” y “el cannabis no mata, el prohibicionismo sí”.

jlcg

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