Cuatro países de los Balcanes cerraron sus fronteras ayer para migrantes que no proceden de países en donde se libran guerras como Siria, Afganistán o Irak, y miles de personas de otros países en busca de una mejor vida en Europa se quedaron varados en los cruces fronterizos.

La decisión fue tomada ante el número récord de personas que llegan a Europa este año y los recientes temores tras los ataques a París de que posibles milicianos entren como refugiados.

Macedonia no deja pasar de Grecia a su territorio a ciudadanos de Marruecos, Sri Lanka, Sudán, Liberia, Congo y Paquistán, informó ayer la vocera de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), Melita Sunjic.

Los países de la ruta de los Balcanes que están negando la entrada a “migrantes económicos” son Serbia, Croacia y Eslovenia, donde ahora admiten casi únicamente a nacionales de Siria, Irak y Afganistán que huyen de los violentos conflictos en sus países.

La incógnita es qué pasará con esos cientos de personas de otras naciones rechazados en las fronteras tras ser catalogados como “inmigrantes económicos”, es decir, que buscan una mejor perspectiva de vida pero sin ser, supuestamente, víctimas de una persecución política o de una guerra.

En el paso fronterizo entre Grecia y Macedonia hay unas 400 a 500 personas (rechazadas) que se niegan a regresar al campamento de tránsito que hay en el paso de Idomeni.

Entre los que esperan en la frontera hay casi 200 iraníes, que no forman parte del colectivo reconocido ahora como refugiados y cuyo tránsito a Macedonia ya había sido impedido a primeras horas de la mañana, antes del cierre absoluto de la frontera.

En el campamento de Idomeni hay en estos momentos entre mil 700 y 2 mil personas, según ACNUR.

La portavoz de ACNUR en Serbia, Sunjic dijo que “en Serbia hay 440 que no han sido aceptados en Croacia”, y abogó por permitir a esos aspirantes a asilo el acceso al procedimiento.

Las nuevas limitaciones pueden empeorar la situación en Grecia, el primer país europeo de la ruta de los Balcanes por la que transitan a diario miles de refugiados con el objetivo de obtener asilo en Alemania y otros Estados del norte de Europa.

“No permitiremos que en Serbia entre nadie que no puede seguir el viaje. Nosotros no somos el país al que ellos llegan para quedarse, sólo pasan por Serbia y así seguirá siendo”, dijo ayer el ministro serbio de Trabajo, Aleksandar Vulin, tras justificar la medida con la similar adoptada por Zagreb y Liubliana.

El comisario serbio de refugiados, Vladimir Cucic, declaró que su país decidió rechazar a inmigrantes económicos “porque todos los países de la ruta empezaron a cerrarles la entrada”, por lo que Belgrado “no fomentará la falsa esperanza entre ellos de que podrían llegar a alguna parte más”.

Esos inmigrantes son llevados a los centros de acogida en Serbia, donde deberán esperar a que se tome una decisión política.

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