El papa Francisco instó a todas las religiones, y también a quien no profesa una fe, a colaborar para dar respuestas efectivas ante la hambruna, la violencia en nombre de la religión, la corrupción y la crisis del medioambiente, de la familia y de la economía.

Durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro se celebró una pequeña conmemoración de los 50 años de la declaración "Nostra Aetate", publicada el 28 de octubre de 1965 tras el Concilio Vaticano II, y que marcó un hito en las relaciones de la Iglesia católica con el resto de religiones no cristianas.

Judíos, musulmanes, hindúes y budistas ocupaban los puestos preferentes en la plaza de San Pedro para la audiencia del miércoles, y fueron invitados a un encuentro con el papa tras el acto.

"El mundo mira a los creyentes. Nos exhorta a colaborar entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad que no profesan ninguna religión y nos piden respuestas efectivas sobre numerosos temas", dijo Francisco en su catequesis de hoy.

Francisco citó la necesidad de un empeño común para "la paz, el hambre, la miseria que aflige millones de personas, la crisis del medioambiente, la violencia, y en particular la cometida en nombre de la religión, la corrupción, el degrado moral, la crisis de la familia, de la economía, de la finanza".

El papa explicó cómo la declaración "Nostra Aetate" se cambió en la relación con los judíos pasando de "enemigos y extraños a amigos y hermanos" y reiteró la condena a "cualquier forma de antisemitismo y las injurias y persecuciones que derivan de ello".

Y respecto al islam, Francisco instó a un diálogo "abierto y respetuoso".

El pontífice argentino destacó que "a causa de la violencia y del terrorismo se ha difundido un comportamiento de sospecha o incluso condena de las religiones".

La declaración "En nuestro tiempo" fue uno de los documentos más importantes en salir del Concilio Vaticano II, una serie de reuniones entre 1962 y 1965 que llevaron la Iglesia al mundo moderno. El texto señalaba que no se podía atribuir la muerte de Cristo a los judíos en su conjunto, y reconocía el patrimonio espiritual compartido por cristianos y judíos, además de censurar toda forma de antisemitismo.

Ante ello, recordó su discurso en el Congreso de Estados Unidos en el que consideró que "ninguna religión es inmune al riesgo de fundamentalismos y extremismos de individuos o grupos".

"Es importante continuar con un diálogo interreligioso abierto y respetuoso, que ayude a conocerse más y afrontar juntos muchos de los problemas que afligen a la humanidad, como el servicio a los pobres, a los excluidos, a los ancianos, la acogida a los emigrantes, el cuidado de la creación, así como asegurar a todas las personas una vida más digna", agregó.

El papa señaló que el aumento del terrorismo ha fomentado las sospechas y condenas sobre religión en general. Aunque ninguna fe es inmune a los fundamentalismos, apuntó, el mundo debe centrarse en cambio en los "valores positivos" que promueve la religión, especialmente el cuidado de los más necesitados de la sociedad.

"Podemos caminar juntos, cuidar unos de otros y de la creación", dijo.

Francisco terminó la audiencia pidiendo que cada uno rezase en silencio, "según su propia tradición religiosa" y a los representantes de las diferentes confesiones religiosas pidió oraciones para "ser más hermanos" y "más servidores de los más necesitados".

jlc

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