Ciudad de Guatemala.— Poseedora de un afinado colmillo político luego de 25 años de vida partidaria, primero como protagonista individual, luego a la sombra de su ex esposo —el ex presidente Álvaro Colom— y después sin padrinazgos, Sandra Julieta Torres Casanova sabe moverse por los recovecos tradicionales del poder en Guatemala y conoce al dedillo las rutas para comunicarse con sus paisanos.

Para esta comunicadora y ex primera dama —su ex esposo gobernó de 2008 a 2012— de recién cumplidos 60 años, recorrer Guatemala en proselitismo político —electoral o en misiones gubernamentales de programas sociales—, se convirtió en un aspecto cotidiano de su vida.

Empeñada en convertirse en la primera presidenta de Guatemala, esta mujer que ahora es candidata por la opositora Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) logró destrozar los pronósticos electorales. Torres obtuvo el segundo lugar en la primera ronda, que se realizó el pasado 6 de septiembre, al superar por escasa diferencia de votos al favorito, Manuel Baldizón, del partido Libertad Democrática Renovada (LIDER).

Al avanzar a la segunda ronda, que se efectuará mañana, Torres venció las predicciones pesimistas que le persiguen hace varios años.

En 2011, en las postrimerías del gobierno de su todavía esposo y con quien se casó en 2003, anunció que competiría por la presidencia y desató una batalla jurídica que involucró a simpatizantes y rivales.

Aunque recurrió hasta el divorcio para tratar de competir en las urnas, el Tribunal Supremo Electoral le cerró la opción ya que, por mandato constitucional, los familiares del presidente de turno tienen prohibido postularse a la presidencia. Pese a la derrota jurídica de 2011, Torres nunca guardó sus armas y luchó hasta convertirse en candidata de la UNE —que fundó con Colom— para los comicios de 2015.

“Lo bueno de Torres es que creó programas sociales en el gobierno de Colom, con rasgo político clientelar, que pusieron el foco sobre amplios conglomerados en abandono”, dijo la guatemalteca Carmen Aída Ibarra, directora ejecutiva del (no estatal) Movimiento Pro Justicia, de Guatemala.

“Lo malo es que los programas fueron manejados sin transparencia jurídica. Como primera dama fue un poder paralelo, casi primera ministra y el gabinete giró a su alrededor”, dijo a EL UNIVERSAL Ibarra. En sus mensajes de la campaña que cerró ayer, repitió que “a Guatemala entera la llevo en el corazón, pero a los pobres, a los humildes y a los olvidados los llevo en la sangre y en el alma”.

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