Se transita la última recta del año y la etapa de definiciones se va acercando. Al menos en varios países de la región, donde las urnas, el mal humor social o la Justicia, va ir conduciendo el destino hacia su meta. El primer turno es en Argentina y en sus elecciones presidenciales dentro de 14 días.

No es una elección más la Argentina. Se dirime allí la sucesión de 12 años de kirchnerismo en lo que es la campaña, más chata, intelectualmente más floja, más disputada verbalmente y más carente de ideas y propuestas que los argentinos hayan conocido jamás.

El neokirchenrista, Daniel Scioli, sigue aún siendo el favorito en las encuestas, aún cuando le falte un poco para ganar en primera vuelta.  Pero 14 días son demasiados en un contexto tan minado como el argentino. En ese lapso habrá de todo y para todos, pero los bien informados aguardan la aparición del último desaparecido argentino.


Este en tiempos kirchneristas. Se trata de Jaime Stiuso, un ex poderoso agente de inteligencia que trabajó al lado del fiscal Alberto Nisman, quien apareció muerto en febrero pasado, luego de acusar a la presidenta y a varios funcionarios.

Stiuso, con buena llegada al despacho de Scioli, se encuentra en Miami y no pocos los que esperan que aparezca hablando unos días antes por
televisión, en alguna entrevista con algún periodista amigo que, alguna vez, supo comer información de su mano.

Por eso que, a pesar de la personalidad y las actitudes de Mauricio Macri, el rival, nada está dicho aún sobre el futuro de la Argentina.

El segundo turno, podría tener lugar en Colombia. Las negociaciones de paz avanzan sin reparos, pero el ex presidente Alvaro Uribe Vélez,
insiste en torpedear los acuerdos con lo que tiene a la mano. Su Twitter y algunos empresarios que puedan verse señalados en los
futuros juicios por delitos de lesa humanidad, que ya fueron acordados en La Habana.

Acusado de tener contactos con los Paramilitares, la fiscalía no descartaría, incluso, pedir la prisión del ex mandatario, en las próximas semanas/meses, calentado nuevamente el clima político colombiano.

En diciembre será el turno de ver si, el presidente venezolano Nicolás Maduro, decide cumplir con el plazo constitucional de llamar a
elecciones legislativas o se va definitivamente por la tangente ante la posibilidad de una derrota. De acuerdo a la actitud podrá verse
para dónde dispara la crisis venezolana.

Lo que no tiene fecha definida, aún en un estado de debilidad ya calamitoso es la presidenta Dilma Rousseff. No alcanzan ni los
recortes de gastos, ni la poda de ministerios, ni el discurso de ayer ni el de mañana. La imagen de la mandataria no para de caer y las
puertas de un empeachment. Esta puede ser una semana llena de turbulencias, con el presidente de la Cámara De Diputados, Eduardo
Cunha, uno de los enemigos del gobierno, acusado de corrupción. Pero las tormentas para Dilma no se disiparán en lo inmediato. Y lo que es
peor, muchos apuestan a que no habrá un 2016 en el gobierno para ella y para el Partido de los Trabajadores (PT). Aunque las confirmaciones
llegarán todas, a su turno.

cg

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