Uno de los riesgos a la soberanía de toda nación democrática es la interferencia extranjera en sus procesos electorales. Recientemente se dieron a conocer los aspectos relevantes del reporte Mueller, respecto a la posible injerencia rusa en favor de la victoria electoral de Donald Trump. Dicho informe no incrimina ni exonera al actual presidente de los Estados Unidos del delito de obstrucción de la justicia o complicidad, a pesar de que más de una docena de sus colaboradores enfrentan procesos penales.

Una semana antes de tomar posesión del cargo, Donald Trump presentó la lista de empresas que serían administradas por sus hijos y anunció que “a la vuelta de ocho años regresaré y les diré que hicieron un buen trabajo”. A pesar de que fue electo para cuatro años, esta declaración fue la revelación de su visión de reelección aún antes de iniciar su mandato.

Desde ese momento quedó clara la estrategia de protagonizar una campaña permanente de reelección como acto cotidiano de su gobierno, en la que le ha dado a México un papel relevante.

Desde el 9 de marzo de 1916, cuando Pancho Villa con 589 Dorados invadieron Columbus, Nuevo México, las relaciones fronterizas de ambos países han evolucionado, no sin dificultades, en un clima de paz y de colaboración recíproca. A pesar de ello, Trump aborrece la relación fronteriza y acusa a México por la migración y el trasiego de drogas, y cree y hace creer, que un muro monumental será la solución. Ambos temas son piedras de toque de su narrativa de reelección. Por ello se ha enfrascado en una disputa con los demócratas para obtener el presupuesto de la obra, ha forzado el cierre parcial del gobierno, así como una falsa noción de emergencia nacional por la inseguridad que él tiene de la frontera sur.

Las señales son confusas, se ofrecen diez mil millones de dólares a México como estímulo al arraigo laboral y se cancelan los fondos de asistencia a países de Centroamérica. Con su característica ambivalencia insulta a México y elogia a nuestro presidente.

De acuerdo a las predicciones electorales, y mientras no surja un retador serio por parte del Partido Demócrata, hoy la probabilidad de reelección de Trump es alta. Es evidente que el muro no llegará a estar terminado para las elecciones presidenciales del año próximo. Por lo que quedará abierto el tema migratorio como trofeo de su narrativa de campaña.

Por ello conviene reflexionar acerca de cómo deberá actuar México, pues por primera vez en la historia reciente tiene un papel delicado en el próximo proceso electoral de los Estados Unidos, y prevenir que nuestro país sea acusado de interferir en sus elecciones indirectamente.

Es comprensible la voluntad de contener las corrientes migratorias nacionales y de Centroamérica en nuestro territorio, como acto de responsabilidad en este fenómeno mundial. No obstante, habrá voces que busquen demostrar con evidencia histórica la ineficacia de los muros como instrumento de contención migratoria y propongan una actitud indiferente de “Laissez faire et laissez passer”, o dejar hacer y dejar pasar las corrientes de migrantes con una clara intención de incidir en el ánimo de los electores.

En estas decisiones México no está solo, una proporción significativa de votantes estadounidenses simpatiza mucho con nuestro país, comparte negocios, familia o amistad y no comulga con la idea de reelección, y quizá muchos mexicanos tampoco.

Rúbrica. Acuérdate de Acapulco. Se agradecen y valoran las palabras de afecto del presidente Andrés Manuel López Obrador en la 44ª Edición del Tianguis Turístico en Acapulco, en donde se hizo justo reconocimiento al primer presidente de este evento, René Martínez. Afortunada coincidencia que el evento coincidiera con un aniversario más del natalicio de María Félix.

Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
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