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El azar manda por delante a Alfredo del Mazo, el candidato de la coalición Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Nueva Alianza y Partido Encuentro Social (PES), y su estrategia es abrir fuego contra Delfina Gómez, la aspirante de Morena, su sombra en el empate técnico en las encuestas. Y así arranca el segundo debate electoral por la gubernatura del Estado de México.

“Delfina no está preparada para ser gobernadora”, dice enfático el hombre identificado con el mítico Grupo Atlacomulco, el que ya lleva seis gobernadores emanados de su seno, dos de ellos llamados así, Alfredo del Mazo.

La texcocana aparece quieta, inamovible en la pantalla de televisión.

Cierto que es como una maestra con aspecto conservador, y no suda ni se acongoja, pero tampoco se entusiasma: “Vamos muy bien, vamos requetebién”, dice la profesora, y le asesta a Del Mazo en la fama: “No tengo experiencia para robar, traicionar”.

El debate está abierto. El juego es el ataque. Juan Zepeda, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), suelta el chistorete de la noche. “Este tiro es entre tú [Del Mazo] y yo”, y de los anales del priísmo saca aquella frase de las carreras: “Caballo que alcanza gana”.

La opción del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, tiene los dardos preparados para tirarles a Alfredo del Mazo y a Delfina Gómez; Óscar González, del Partido del Trabajo (PT), se lleva su tiempo al recurrir a lo dicho en el primer ejercicio: mostrarse como una opción honrada de gobierno, la izquierda verdadera.

Teresa Castell, la candidata independiente, se ocupa de la texcocana una y otra vez. Hace choteo del “requetebién”, de la vez pasada de la morenista, hoy sin chalina, y luego la define como “parte del poder”.

Buscaron ponerle un tache a la “maestrita”
Buscaron ponerle un tache a la “maestrita”

Ahí está la sexteta de candidatos, que modera Rina Mussali Galante, analista de temas internacionales para el Canal del Congreso.

La presentadora da el uso de la palabra, indica el momento de réplica, introduce a candidatos y público a tres temas de la noche, en el entramado del formato infeliz, del que salen encuadres que sólo son un asomo de la realidad del estudio de televisión.

Son momentos de un candidato aludido, que aparece, quizá un segundo, suficiente para que la retina avise al cerebro que apareció alguien, por ejemplo, Alfredo del Mazo parpadeante, cuando Zepeda, Vázquez Mota, Gómez Álvarez le lanzan acusaciones.

La noche de reparto de culpas adquiere un sentido, incluso, de familiaridad que le quita sazón amarga a las cosas que dicen.

Ellos son entre ellos Alfredo, Delfina, Josefina, Juan, Óscar y Teresa.

Los argumentos. El tiempo, fijado es dos minutos y medio, en un minuto los entrampa a cada uno. Y lo que fue un arranque brioso, enérgico, con expresividad, en el salto de tema —economía y empleo, desarrollo sustentable, salud y educación— les endurece la postura, el gesto, la voz. En algo se contradice Del Mazo Maza. Sus primeras palabras han sido que reconoce el malestar de los mexiquenses, pero sin decir dónde están las causas enarbola la defensa del gobernador Eruviel Ávila Villegas, su compañero de partido, y para hablar de empleo saca argumentos para convencer a inversionistas, no a electores.

Y habla de logros en el sector salud. Y este señor —que es tercera generación de la clase política del mero Atlacomulco— queda de pechito. “Alfredo, no has ido a urgencias”, le dice Zepeda Hernández; “Alfredo, ve a un centro de salud”, invita la candidata morenista Gómez Álvarez.

La aspirante de Acción Nacional, Vázquez Mota, deja de sonreír, y a como dé lugar se va contra el priísta, a cuenta de la corrupción, y saca un cartelito #respondeDelMazo, que le sirve de ilustración a sus intervenciones.

Y pide a la gente que no tenga miedo, que no crea lo que le dicen que ocurrirá si votan por el PAN. A la morenista nada la preocupa, ni lo que le dicen de su presunto “padrino”, Higinio Martínez, actual presidente municipal de Texcoco y el supuesto destinatario del diezmo de los salarios. Escucha la andanada de la postulante independiente Teresa Castell, y para cada escala de las tres de este debate tiene una cartulina con programa-propuesta de gobierno para ilustrarlo.

El formato del debate de poco sirve. No hay diálogos, los seis posan para las cámaras, se les ve rígidos, de cuando en cuando, como una mano de cartas se les ve a todos en la pantalla, y también la moderadora, que para efectos del protocolo se mantiene como un retrato, aporta a la ausencia de interés con que resulta que ha sido vestido este ejercicio de hablar.

Se acaba el calvario. Se despiden de los electores. Vuelven las sonrisas, pero leves. Juan Zepeda reafirma: no declinará, “porque sí podemos ganar”.

Teresa Castell de Oro, en lo suyo: “Delfina no sabe hablar, ¿de qué son sus maestrías?”. La candidata de Morena, como empezó, sin despeinarse (“vamos requetebién”), les dice que “su partido es la esperanza”; Óscar González: “vota por la verdadera izquierda”; Del Mazo, “tengo capacidad, firmeza, conocimiento”; Vázquez Mota dice que vencerá al PRI que tiene de rodillas al Estado de México.

Los candidatos a la gubernatura del Estado de México salieron a golpear, pero los aisló el formato.

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