metropoli@eluniversal.com.mx
La procuraduria capitalina, dio a conocer que la noche del miércoles, una mujer de la tercera edad y de escasos recursos se acercó con las autoridades para reclamar que le devolviera a los niños, pero no pudo acreditar legalmente su parentesco con los menores.
Por lo tanto, la procuraduría deicidió resguardar a los menores en un albergue e iniciar una denuncia por omisión de cualidades por quien resulte responsable.
La historia de estos pequeños comenzó el martes pasado. Después pedir dinero y vender paletas en las instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, Miguel “N”, de 8 años, y Diego “N”, de 9 años, fueron a comprar tacos para su mamá. Salieron de la estación Santa Marta, de la Línea A, y cuando regresaron ya no pudieron entrar. Se quedaron solos.
“Los niños querían abordar el tren y nosotros ya estábamos por cerrar las puertas. Querían entrar para ir hacia La Paz, pero ya tenía como 15 minutos que había pasado el último tren. Llegaron como a las 12:20 de la madrugada”, recordó la policía María Estela López.
De acuerdo con la uniformada los menores estaban buscando a su mamá porque quedaron de verse con ella, pero la señora no los esperó. A pesar del frío que se sentía el martes pasado, los niños no llevaban suéter, vestían ropa desgastada y zapatos rotos. Uno parecía estar resfriado y ambos lucían cansados, “uno tenía una infección en la garganta, de tal manera que se le veía su naricita con moquillo y sus ojos irritados”, apuntó Estela.
Los menores son originarios de Huajuapan de León, Oaxaca, pero dijeron vivir en el Estado de México. Entienden el dialecto mixteco porque lo habla su mamá. Miguel va en segundo año de primaria y Diego no va a la escuela.
Cuando la uniformada los encontró la madrugada del martes, les preguntó qué hacían ahí tan tarde, “me respondieron que venían de trabajar. Uno llevaba una alcancía de plástico en forma de cochinito y el otro llevaba una bolsita de paletas; el de nueve años pedía limosna y el de ocho vendía las paletitas”.
También llevaban un plato desechable con tacos intactos, no se los comieron porque eran para sus padres. “Esperamos a ver si alguien llegaba a buscarlos, pero nadie preguntaba por ellos. Dicen ellos que tienen a su mamá y a su papá pero no llegó nadie, ningún familiar. No los podíamos dejar solos, tenían mucho frío, temblaban porque no tenían suéter”, mencionó Estela.
La policía reportó la situación y pidió el apoyo de una patrulla para que trasladara a los niños a la agencia ministerial correspondiente.
No se veían con señales de maltrato físico, pero “pensaban que era su obligación trabajar, decían que en su pueblo no había dinero”.
Noticias según tus intereses
[Publicidad]
[Publicidad]














