En la última semana el gobierno de Donald Trump hizo dos anuncios a cuál más de graves. El 3 de diciembre, Nikki Haley, su representante en Naciones Unidas, anunció el retiro de Estados Unidos del Pacto Mundial sobre Migración. Dos días después, el presidente Trump anunció el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel —actualmente en Tel Aviv— y el traslado de su embajada de la actual capital a la meca de las religiones.

El fin de la II Guerra Mundial marcó el apogeo de EU como la primera potencia política, militar y económica del orbe. Política, por su capacidad de influencia. Militar, lo que le valió el mote de gendarme mundial y, económica, por su supremacía en este ámbito hasta finales del siglo XX. En este proceso EU fue líder en la construcción de los organismos multilaterales que dieron su fisonomía al nuevo orden mundial. De Naciones Unidas al Banco Mundial.

En el siglo XXI nuevos temas son el centro de preocupación del orden mundial. Encabezan la lista el cambio climático y la migración. En el primero 195 países firmaron el Acuerdo de París, histórico por su complejidad y alcances. El Pacto Mundial sobre Migración, suscrito por 193 países en 2016, representa el esfuerzo global más importante de la historia sobre este tema. Ambos acuerdos fueron suscritos por los representantes de prácticamente todos los habitantes del planeta. Importante señalar que frente a la dificultada inherente de hacer cumplir acuerdos internacionales de esta magnitud y complejidad, cada Estado se compromete a cumplir su parte. Existen alicientes para quienes cumplen, pero no hay sanciones para quienes lo incumplen. Es el signo de los tiempos.

Y a pesar de esto último, el 2 de junio el presidente Trump anuncia el retiro del Acuerdo de París y el 5 de diciembre se retiró del Pacto Mundial sobre Migración. Con ello EU decide aislarse del resto del planeta en su visón y manejo de estos dos temas. El libre comercio, la interdependencia, la globalización y las causas comunes de la humanidad, agenda sobre la que se construyó la superpotencia, ya no están en su radar. Su influencia en la orientación de los grandes temas de la humanidad duró apenas medio siglo. Ahora ni siquiera estarán presentes para escuchar y debatir con el resto del mundo el futuro de la humanidad.

En el tema de Israel, desde la creación de este Estado, el conflicto entre Israel y Palestina ha ocupado un lugar privilegiado como uno de los conflictos más largo, complejo y difícil de resolver. Quizás Trump olvidó ya —o nunca lo supo— que el terrorismo islámico surgió en Medio Oriente, que su principal enemigo declarado es Occidente y que el golpe más espectacular nunca realizado por una organización terrorista fue en contra de EU en 2001.

La decisión de EU de reconocer Jerusalén como capital lo deja muy lejos de la posición de mediador que otrora tuvo en ese conflicto. Esta decisión ha sido tomada como una clara provocación no sólo por los palestinos, los directamente afectados. Aliados tradicionales de EU como Turquía, Arabia Saudita y Jordania, consideraron este paso del todo fuera de lugar. Desde el papa Francisco hasta fuentes oficiales rusas y chinas, manifestaron su grave preocupación. En menos de 24 horas, EU se quedó aislado, ahora en este tema. Y falta la reacción de los radicales islamistas.

Frente a estos lances, si Trump anuncia que se retira del TLCAN, apenas será noticia. Sin embargo, preparados para guerras que ya no existen, alejados del debate del futuro de la humanidad y arrojando bidones de gasolina en hierba seca, Estados Unidos de Trump, cada vez más alejado del pasado glorioso de esa nación, seguirán siendo el principal vecino de México. Y cuidado. Trump no está solo. Tiene atrás a todos los que lo llevaron al poder.

Consultor en temas de seguridad
y política exterior

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