El 6 de diciembre de 2018 tomamos protesta los siete miembros de la Comisión técnica para la transformación de la Procuraduría General de Justicia en la Fiscalía General de Justica de la Ciudad de México. La Comisión es un órgano transitorio creado por la Constitución local con el objetivo de crear un modelo alternativo de investigación y persecución criminal. Esta tarea no debía postergarse más.

La PGJ de la CDMX es cara y mala. Un estudio publicado el año pasado por Impunidad Cero cuantificó los recursos destinados a esta procuraduría como de los más altos del país y resaltaba la poca efectividad de la institución a pesar de su fortaleza presupuestal.

Indicadores comparables entre entidades federativas también reprueban la procuración de justicia de la Ciudad. Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el ministerio público capitalino es el menos confiable del país. Tiene, el primer lugar en percepción de corrupción, el primer lugar en percepción de ineficacia y el primer lugar en maltrato a víctimas que deciden denunciar a pesar del viacrucis que les espera. Finalmente, la PGJ de la CDMX tiene una de las tasas más bajas de efectividad a nivel nacional.

La titular de la procuraduría capitalina, Ernestina Godoy, ha declarado estar comprometida con la transformación de la procuraduría. La procuradora deberá esforzarse por ofrecer un servicio digno en una institución que está en ruinas. Su reto es enorme.

Por nuestra parte, los miembros de la Comisión tenemos un año para definir una propuesta de modelo de Fiscalía que sustituya la procuraduría actual. Entre las múltiples tareas a considerar están:

Fortalecimiento de la investigación del delito.— La procuraduría de la Ciudad de México es una de las más rezagadas en el país en la adopción de métodos modernos de investigación penal. Nuestra procuraduría es relativamente débil en el desarrollo de las ciencias forenses. Los obstáculos vienen también de diseños organizacionales burocratizados y ritualistas que premian cantidad de expedientes concluidos en vez de crímenes efectivamente perseguidos y sancionados con justicia.

Rediseño del sistema de denuncias.— Conocer el delito: dónde ocurre, cuándo, contra quién y cuál es el perfil de los posibles perpetradores es indispensable para perseguir delitos pero también para prevenirlos. Elevar las bajísimas tasas de denuncia en la CDMX debe ser prioridad para el diseño de la nueva Fiscalía. Las bajas denuncias se explican por el maltrato que sufren víctimas al denunciar, la permeabilidad a la corrupción de sus funcionarios y su famosa ineficacia. De forma alarmante, tampoco se denuncia por el temor que inspiran los ministerios públicos. No sólo les identificamos como corruptos, los consideramos francamente peligrosos. La denuncia debe de dejar de verse como una medida de incidencia delictiva, como tradicionalmente se ha interpretado y debe pasar a concebirse como una medida de confianza.

Una procuraduría que ha servido históricamente para el control político y que ha permitido una deliberada ineficiencia para combatir el crimen tiene que replantearse entera. La transformación requiere mucho más que funcionarios honestos y competentes. Es indispensable un nuevo diseño institucional. Este parece ser el momento político ideal para imaginarlo y también para llevarlo a cabo.

Abogada. @LaydaNegrete

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