Finalmente, después de muy largos meses de campaña, que no se distinguió precisamente por sus propuestas, llegó el pasado domingo el día de la elección, que no pone punto final al proceso electoral, pero es la fecha más importante y esperada por todos. Me parece obligado hacer un balance y una reflexión de cara al futuro. Lo primero que se me viene a la mente es que desde el pasado lunes tenemos otro país. Así creo hay que entenderlo y aceptarlo, con altura de miras y pensando y deseando que sea lo mejor para México.

Aunque aún falta mucho para conocer los resultados finales, por lo que se refiere a la elección de quien será Presidente de México los próximos seis años, el resultado no deja lugar a ninguna duda, la gente votó abrumadoramente por Andrés Manuel López Obrador. Las encuestas no se equivocaron.

Aunque falta todavía un buen trecho para que concluyan todas las etapas del proceso electoral, me atrevo a decir que el Instituto Nacional Electoral superó una prueba muy difícil. Nunca en un mismo día habían concurrido tantas y tan complejas elecciones locales y federales. La violencia dejó como nunca su huella en el proceso electoral. Se decía que en algunas zonas del país no sería posible votar por amenazas de grupos violentos. Pero al final, hubo elecciones en un marco de normalidad democrática.

Como en otras ocasiones, los ciudadanos son la gran noticia de la jornada electoral. Ya sea en calidad de funcionarios de casilla, de observadores electorales, o de votantes, los mexicanos demostramos una vez más que la opción que hemos elegido para vivir en nuestro país es la democracia. Es muy gratificante llegar a emitir nuestro voto en la casilla y encontrarnos a vecinos nuestros haciéndose cargo de la votación y el conteo de los votos. Mi más amplio reconocimiento a esos miles de mujeres y hombres que contribuyeron a cuidar nuestro voto.

La otra muy buena noticia ha sido la actitud de los tres principales candidatos. El discurso de Andrés Manuel López Obrador, ganador de la elección, ha sido esperanzador y tranquilizador; enhorabuena por él y por nuestro país. También merecen todo mi reconocimiento José Antonio Meade y Ricardo Anaya. La oportunidad con que salieron a reconocer que los resultados no les favorecían los enaltece a ellos y fortalece nuestra cultura democrática.

Por el bien del país, sería deseable que, una vez pasada la elección, a partir de ahora López Obrador dejara de ser el candidato de un partido o una coalición y actuara como lo que está llamado a ser: el Presidente de todos los mexicanos. Por lo que hemos visto los dos primeros días, parece que así será. Las campañas han sido muy duras, por decir lo menos, pero afortunadamente terminaron. Ahora lo que sigue es poner el foco en la enorme cantidad de pendientes que tenemos por delante. Cómo garantizar la seguridad y parar la violencia; cómo abatir los índices de corrupción e impunidad; qué hacer para disminuir la pobreza y la desigualdad. De la actitud que asuman el Presidente Electo y quienes fueron sus contrincantes, dependerá el que se pueda construir un ambiente propicio para juntos resolver los retos del país.

Quedó demostrado una vez más que nuestra democracia, con todos sus problemas y defectos, sigue siendo el sistema que los mexicanos queremos darnos para construir nuestros gobiernos, acotarlos, exigirles cuentas y reemplazarlos cuando defraudan las expectativas de los ciudadanos. Ahí donde éstos quedaron a deber, la gente votó por la alternancia, usó el poder de su voto para inconformarse por los resultados pobres, la corrupción la ineficacia o indolencia. En suma, el mensaje de las urnas es muy claro: los ciudadanos quieren más democracia y mejores gobiernos. Quien tenga oídos, que los escuche. Quien no, seguramente lo pagará en las próximas elecciones.

Abogado.
@jglezmorfin

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