“A mi respetado amigo Juan Velázquez, amigo sin igual de las Fuerzas Armadas”.


Como un preámbulo anticipado de la decisión histórica, responsable, y patriótica basada en leyes que darán certeza jurídica a la acción de las Fuerzas Armadas de tierra, mar y aire en actividades para coadyuvar en la seguridad pública, fue sin duda la alocución, muy notoria por cierto, en la ceremonia solemne de imposición de condecoraciones y merecidos ascensos a miembros del Ejército, en el marco conmemorativo del CVII Aniversario de nuestra Revolución Mexicana. Escuchamos una expresión fuerte, valiente y vigorosa de cara a la nación de Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional, quien en ese acto refrendó la lealtad y compromiso sin cortapisas del Ejército, con las instituciones del país.

Hacía muchos años que no escuchábamos discursos sobre la Revolución Mexicana, que le dio origen, rumbo y misión a nuestras Fuerzas Armadas, que la identifican como un siervo de la nación, es decir, con su pueblo, celoso del orden constitucional, siendo guardián y centinela de la seguridad exterior e interior.

La Revolución Mexicana fue el gran acontecimiento mundial del siglo XX, impulsada por valientes mexicanos que ofrendaron su sangre generosa, trazando el devenir y futuro del país. Fue un gran movimiento social, primero en el mundo, inspirado con certera visión transformadora, cuyos anhelos fueron plasmados en el texto sustantivo de la Constitución de 1917.

Tal parece que ese acontecimiento ya había muerto, que era un hecho histórico, que sin darnos cuenta la habíamos lanzado al basurero de la historia, porque más que exaltar y recordar ese día en escuelas, sindicatos, universidades, se otorgaba el día de asueto tal vez para que nadie recordara el pasado que nos dio patria y justicia social, las Fuerzas Armadas no olvidan ese día, lo enaltece.

Albricias, la semana pasada nos enteramos de una grata noticia, que la Cámara Baja aprobó la Ley de Seguridad Interior, que plantea el anhelo de nuestras Fuerzas Armadas, normar sus actividades en funciones que le son ajenas como es la seguridad pública. Este instrumento dará cauce para que la labor de las Fuerzas Armadas en las calles esté fundada en una ley, que, después de varios años de debates y jaloneos en el Congreso, finalmente fue aprobada.

El instrumento en cuestión ha sido criticado por algunos despistados, quienes por razones de politiquería afirmaron que esta ley militarizaría el país, lo cual es todo lo contrario, puesto que otorga al Ejército normas legales, como el mejor regalo o aguinaldo navideño que se podría proporcionar a esa noble institución, lo que siempre pidió, un marco jurídico adecuado para poder cumplir con sus altas misiones de seguridad exterior e interior del Estado mexicano en su conjunto, sin demérito de cooperar con fuerzas de seguridad pública que redunde en el fortalecimiento de la paz y la seguridad interior del país, cumpliendo tareas que no pidió y que simplemente obedece y acata fielmente, órdenes recibidas de su Comandante supremo.

Nuestro Ejército desde su origen ha trabajado intensamente, siempre bajo presiones que tratan de desprestigiarlo, cuando es bien sabido que es la institución más confiable, garante de la seguridad nacional, que trabaja contra viento y marea soportando insultos perversos y algunas groserías de emisarios del pasado y del presente que tratan de manchar su imagen ganada a lo largo de la historia, por lo cual digamos a nuestros soldados: ¡Gracias, muchas gracias por velar por nuestra seguridad!

Director general del Centro de Estudios
Económicos y Sociales del Tercer
Mundo A.C.

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