México ha dedicado casi 43 años al propósito de lograr elecciones creíbles, como fundamento de su régimen democrático. Se trata de un sistema basado en hombres comunes, que ejercen el voto directo y en el cual los perdedores —conforme al modelo descrito por Alexis de Tocqueville en 1835—“guardan las armas” al saber que pueden ganar la siguiente elección.

Con el ingente esfuerzo social, político y económico que creó al INE, antes IFE, y el entramado institucional que permite asegurar el respeto al voto, México ha logrado alejar al acechante fantasma de la violencia política. A partir del 2000 nuestro país ha sido más democrático que nunca. Pero nada asegura ni garantiza que el gobierno esté fortaleciendo, proyectando y construyendo certezas, apego a las normas y respeto a las instituciones, en suma, estado de derecho. Las invocaciones y mantras de la estabilidad económica recitados a diario, no están siendo ya suficientes para generar certeza a las grandes inversiones necesarias para generar riqueza, crecer, crear empleos y avanzar en el desarrollo.

La propia secretaría de Hacienda, en consonancia con el Banco de México, limita la perspectiva anual de crecimiento en 2019 y 2020. De enero a julio, la economía habrá tenido su peor desempeño desde el año 2013, al ubicar el PIB entre 1.3 y 1.4 puntos, muy lejos del crecimiento necesario para cubrir la esperanza del 4 por ciento anual externada por el Presidente.

Después de 100 días de intenso aprendizaje del nuevo discurso de gobierno, los observadores cruzan apuestas: ¿durante cuánto tiempo más se culpará de todo lo malo a los gobiernos anteriores?

¿Cómo lograr mejor tasa de crecimiento si se impulsa en los hechos el deterioro de la planta laboral tanto burocrática como privada? El despido de burócratas ha sido una característica en lo que va de 2019. El bloqueo de industrias libres como la construcción en la Ciudad de México, es casi norma del gobierno actual. El pretexto ha sido que los constructores o desarrolladores violan la normatividad vigente, en específico los polígonos de actuación y las alturas de algunos edificios. Salvo excepciones, ambos están amparados en la ley de Desarrollo Urbano y en su reglamento y son consecuentes con una política de verticalizar a la ciudad, en lugar de seguir provocando ciudades extensionistas y horizontales. Los franceses, afirman “si la construcción marcha, todo marcha”. La suspensión de obras en la CDMX ha mandado a la calle a más de 50 mil trabajadores, aun si la construcción es el detonante del crecimiento de 35 sectores relacionados.

Crear crecimiento económico y generar riqueza sigue siendo el único camino para superar la marginación y la pobreza. Si esos dos motores que exigen certeza en la inversión productiva, así como reglas y normas claras y aceptadas son vilipendiados e ignorados, las consecuencias las pagamos todos, con el único triunfo a mediano plazo de la desconfianza y el hartazgo.

La democracia reconoce a todos, pero respeta y acata la competitividad. Impulsar la competitividad en todos los órdenes, es la mejor manera de seleccionar a jueces, magistrados, burócratas, pero también a directores de empresa, cuadros técnicos, operadores. Bajo reglas que la permiten en condiciones de equidad, la competencia es también una de las bases de la democracia y del progreso. Por el contrario, escudarse en la subjetividad para asegurar a algunos el pase automático, la vista gorda, la manga ancha, es la puerta de la venta de plazas, de la corrupción en los sindicatos y en la burocracia, del engaño y los acuerdos en lo oscurito. Sin criterios claros para privilegiar y responsabilizar a los más competentes, el gobierno en su conjunto conducirá al país de nueva cuenta a las épocas más distintivas del priismo del siglo XX, pero con exigencias y presiones sociales y económicas del siglo XXI.

México transitó décadas con un partido de gobierno que convertía las elecciones en simple cuestión de trámite. Los cambios, si acaso, ocurrían dentro del propio sistema y su aparato político electoral. El gobierno solía ser un ejercicio pendular, seis años con acento conservador, seguido por seis años de un gobierno liberal. Los expresidentes vivían una especie de autoexilio silencioso y el mandatario en turno se encumbraba como la única e incuestionable figura de liderazgo.

Regresar a la asignación directa de obras y de contratos de compra, viola leyes que obligan a competir mediante concurso. En aras de una aparente celeridad en los proyectos se incurre lo contrario. Pregunte a los integrantes del sector salud qué pasa en los hospitales e institutos nacionales de salud. Nunca han abundado en recursos, pero hoy, carecen hasta de jabón quirúrgico, gasas, equipo de sutura, sin hablar de otros materiales elementales que no están siendo surtidos a causa de la pesada tramitología impuesta por responsables de compras.

México merece otro rumbo, no ahondar una tendencia que convierte a Morena en la restauradora del modelo priista del siglo pasado. El Muro de Berlín marcó una línea de tiempo en la comprensión de la realidad y la historia. Recuperar imposibles paradigmas de la década de 1960 es conducir a la nación con la vista fija en el espejo retrovisor.

Exprocurador General de la República

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