El número de mexicanos indocumentados en Estados Unidos (EU) es tres veces la población de Tabasco, esos 6 millones de personas vulnerables son del mismo tamaño que todo el sureste mexicano. Ellos son un tema de interés nacional allá y también lo deberían de ser aquí. Urge atenderlos, así como al comercio, a la atracción del turismo y a la distancia cultural con la Unión Americana.

Un ejercito de paz es la única solución a esta urgencia. Los problemas son demasiado grandes y variados para que los resuelva un pequeño batallón. En EU se cree que México ha abusado en la relación bilateral: se percibe que los migrantes son una carga, que en el comercio sólo los mexicanos ganan y que un muro en la frontera va a mejorar todo. Está en juego que deporten a millones de personas, se impongan tarifas al comercio, se afecte el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y, sobre todo, que la relación se dañe para las siguientes décadas.

El problema es que en EU hay pocas voces que comuniquen lo importante que es México. El número debe estar claro, le tenemos que hablar a 328 millones de estadounidenses, la cantidad de personas que pueden estar enojadas con el país sin razón y a quienes debemos dejar de ver como vecinos distantes. No bastan 50 o 200 mexicanos que se dediquen a eso, no es un tema de buenas intenciones. Para cambiar las ideas de esa masa estadounidense y sus líderes se tienen que destinar recursos.

Un reto que compartimos con Estados Unidos es convencer al Congreso de que hay que usar dinero público para el exterior. Los estadounidenses también tienen problemas de desempleo y de salud, temas que influyen más en sus elecciones que la política exterior. Así, los legisladores escuchan sobre lo que pasa en el mundo, pero le asignan poco presupuesto. No obstante, la presencia estadounidense en México es extensa a nivel oficial, comercial, turística y cultural.

Al igual que a los estadounidenses, a los mexicanos se nos olvida con nuestros problemas internos que lo que pasa en el exterior tiene efectos en casa. Aquí, una de cada cuatro familias está a cargo de una mujer sola; de esas jefas de familia, un número importante trabaja en empresas vinculadas al comercio con Estados Unidos.

En un recorte de personal generado por los aranceles en una fábrica maquiladora, las primeras perjudicadas son esas jefas de familia, mujeres atacadas por los gastos en guardería y educación de sus hijos. Es decir, si no se invierte en mejorar la relación con Estados Unidos, los primeros afectados son los empleados de base, sus familias, esa mujer jefa de familia y sus hijos. Por ahorrar unos centavos en nuestra presencia en el exterior estaríamos perdiendo los pesos en nuestras narices.

En los medios de comunicación estadounidenses parece que el Estado mexicano ha parado de defender a sus connacionales y los ha dejado a su suerte. No se pueden escatimar recursos en atender a los niños migrantes, las violaciones de los derechos humanos o lo casos de pena de muerte. El cuerpo consular mexicano es de los más profesionales y sofisticados del mundo, pero sin recursos es como un teléfono celular sin crédito.

México tiene aliados en EU, mas esos socios deben cuidarse y aumentarse, esa función sería del ejército de paz mexicano. Cámaras de comercio y sectores como el automotriz ya apoyan a nuestros generales, pero eso no basta. Hay organismos y abogados estadounidenses que protegen a nuestros migrantes, ellos requieren enlaces y financiamiento también mexicano. Necesitamos capitanes que defiendan en los medios de EU su aportación a la economía y un despliegue masivo para mejorar la imagen con el público estadounidense. Un ejército de paz debe reclutar a luchadores sociales como Dolores Clara Fernández Huerta o empresarios como Jeff Bezos.

Es necesaria una campaña extensa para comunicar al estadounidense común la importancia de México en su vida cotidiana. Más allá de que los aguacates y jitomates son parte de su economía y dieta, la persona de Estados Unidos, en general, no sabe sobre los beneficios que el país ya le da para obtener un auto a mejor precio o las cadenas de valor que se han generado con nuestra relación.

Una parte de México está en Estados Unidos. No sólo es el número de mexicanos, el comercio y las industrias en común, sino una serie de intereses que alimenta a los dos países. En turismo y cultura tenemos una comunidad que no debe descuidarse, es urgente compartirlo. Norteamérica sigue existiendo como región, aunque le quiten su nombre al tratado.

Especialista en Geopolítica, migración y miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi)

***Fotografía: ARCHIVO EL UNIVERSAL

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