Todos sabemos que las decisiones tienen consecuencias, aunque en política pareciera que las circunstancias coyunturales también dictan una parte de ellas. Hace casi un mes tomé la decisión de apoyar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República y desde entonces las consecuencias han sido públicas, algunas asociadas con la natural polémica que desató el anuncio y otras más bien pertenecientes al mundo de las represalias, relacionadas con el patrimonialismo con que se conducen los partidos políticos en el Congreso y el reparto de cargos y responsabilidades bajo la premisa de premios y castigos para sus elites.

Hoy es altamente probable que viva una más de esas consecuencias ya que en el Senado, PAN y PRI refrendarán que las Comisiones de trabajo son propiedad de los grupos parlamentarios y son sólo ellos quienes tienen acceso a integrarlas o a encabezarlas. Desde octubre del año 2012 presido la Comisión de Relaciones Exteriores, una de las más altas responsabilidades en la Cámara Alta. Lo hice siempre con la convicción democrática de quien dirige un esfuerzo de representación plural, de atención a temas centrales para el bienestar público y bajo la plena conciencia de desempeñar una función toral para el Estado mexicano.

No me sorprende la decisión de entregarle la Presidencia de esta Comisión a alguien más. Nuestro sistema siempre ha privilegiado a los partidos y desincentiva las aspiraciones de los independientes. Si hubiera decidido apoyar a algún otro candidato, tengo claro que esta determinación no se estaría tomando. Lo que motiva esta decisión no es haber abandonado el grupo parlamentario del PAN sino castigar un desafío al status quo que permanece convencido que el Senado tiene la misma composición que hace casi 6 años.

Agradezco la oportunidad que me dio el Pleno del Senado para presidir la Comisión de Relaciones Exteriores. Con mis compañeros ratificamos 168 nombramientos diplomáticos y 111 instrumentos internacionales, 36 autorizaciones para la salida de tropas del territorio nacional, dictaminamos 11 iniciativas, 32 proposiciones con puntos de acuerdo y 2 minutas. Logramos que los consulados de nuestro país pudieran expedir actas de nacimiento extemporáneas, beneficiando a miles de mexicanos principalmente en EU, y modificamos la Ley del Servicio Exterior Mexicano para que se provea de capacitación especializada en derechos humanos a nuestros funcionarios en el exterior.

Analizamos y aprobamos la Alianza del Pacífico, así como acuerdos que fortalecen las relaciones de México con distintos países y llevamos a cabo más de 30 audiencias públicas para analizar el Tratado de Asociación Transpacífico. En materia de diplomacia parlamentaria recibimos a 47 delegaciones de distintos países e innovamos relaciones y acuerdos de trabajo con la firma de 12 memorandas de entendimiento con comisiones homólogas en distintas regiones del planeta.

En la Comisión nos atrevimos a dar pasos sólidos de apertura cuando el gobierno no daba cauce a esas reivindicaciones: impulsamos la agenda migratoria y de frontera sur, exhortamos al Gobierno para suscribir el Convenio 189 de la OIT sobre trabajadores domésticos que podría beneficiar a 2.3 millones de mexicanos y recibimos al Relator Especial de la ONU para Derechos Humanos de las Personas Desplazadas Internamente.

Entregamos resultados y estuvimos a la altura de las expectativas de una Comisión que no puede ser concebida como un botín partidista. El trabajo que ahí desempeñé privilegió el consenso y el diálogo. Se cierra una etapa de enorme gratitud con mis colegas, con los colaboradores de Servicios Parlamentarios y con todo el equipo de la Comisión. Agradezco también el espíritu constructivo de las comisiones especializadas de relaciones exteriores con las que compartimos este camino.

Tuve la oportunidad de trabajar con cuatro cancilleres y a cada uno de ellos le reitero mi respeto por los logros alcanzados y los avances en un diálogo entre Poderes. Se cierra una etapa, pero se abren nuevos retos. Seguiré representando a México en la diplomacia parlamentaria global. Continuaré presidiendo la Unión Interparlamentaria con 178 países miembros y estatus de observador de Naciones Unidas.

Mi convicción y responsabilidad más importante seguirá siendo la de apoyar la verdadera transformación de México, construir un país más incluyente y plural, hacer de la política un espacio para la reconciliación el próximo 1 de julio y democratizar la política exterior para que se traduzca en mejores oportunidades para quienes hasta ahora se encuentran al margen del desarrollo.

Senadora independiente
@GabyCuevas

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