Los jabs formaban parte de su cotidianidad en aquellos años mozos. Para Miguel Ángel Yunes Linares pelear era su deporte favorito que practicaba no sólo con sus 40 primos, sino con cualquiera que se le atravesara.

En aquel pueblo de cinco mil habitantes llamado Soledad de Doblado, donde el calor de la costa pega duro, los hermanos, primos y amigos de ese chaval de ojos verdes se divertían en encuentros boxísticos a la menor provocación.

“Sí, sí era peleonero”, ha confesado el hombre que caminaba por los pasillos de la fábrica de escobas de su padre y por la tienda de abarrotes que debía atender junto con sus siete hermanos (cinco varones y dos mujeres).

Para ese grupo de chavales, aburrirse no era opción. Los encuentros beisbolísticos, pero sobre todo los de futbol, que en esa época tomaban fuerza, eran el pretexto para los moquetazos y también para decir “ahí muere” al contrincante.

“No quiere decir que haya sido una gente de riña”, aclara quien ha tenido diferencias públicas y distanciamientos políticos, por distintos motivos, con los ex gobernadores veracruzanos Agustín Acosta Lagunes, Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, pero también con el mexiquense Emilio Chuayfett Chemor, la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo y con el ex candidato presidencial del PRI, Roberto Madrazo.

Ahora, Miguel Ángel Yunes es el gobernador del estado de Veracruz, un anhelo largamente acariciado por el ex priísta y ahora panista que logró ganar las elecciones en una alianza con el partido izquierdista de la Revolución Democrática (PRD).

Durante décadas buscó la gubernatura. Después de ser secretario General de Gobierno de la administración de Patricio Chirinos Calero (1992-1998), fue designado líder estatal del PRI, pero ahí perdió la mayoría de alcaldías; peleó dentro del tricolor por la candidatura, pero se la otorgaron a Miguel Alemán Velasco (1998).

En 2004 su partido había decidido que su candidato a la gubernatura fuera Fidel Herrera Beltrán, su acérrimo enemigo, y fue precisamente en ese año cuando Yunes Linares renunció a su militancia tricolor por diferencias con Roberto Madrazo en la Cámara de Diputados.

Se refugió en el PAN, donde en 2010 volvió a buscar la gubernatura por encima de los panistas de cepa y perdió las elecciones frente a Javier Duarte de Ochoa.

“Sinceramente no creo que en la vida política se tengan fracasos, se tienen metas no logradas y obviamente las metas no logradas se llevan como un dolor, pero también como un incentivo”, ha dicho el político que finalmente logró su meta.

A pegar carteles

En la oscuridad de la noche, bajo las ramas de los árboles de zapote, Miguel Ángel “El Piojo Blanco”, como lo conocían en su escuela, se había puesto de acuerdo con todos sus primos, los Yunes, para pegar un susto a las muchachas de servicio.

Tenían preparada una sábana blanca, apagaron las luces y cuando apareció una mujer de servicio el fantasma surgió… La muchacha quedó desmayada y ellos –dice- arrepentidos, porque una de las mayores enseñanzas de su padre y madre era tratar con el mayor de los respetos a las personas de servicio.

Su padre era un hombre muy disciplinado, vendía ropa de pueblo en pueblo por toda la geografía veracruzana y gracias a ello, en el municipio de Paso del Macho, conoció a la que sería su esposa. Toda la vida estuvieron juntos.

Cuando cumplieron 25 años de casados, confesaron a sus hijos que tenían guardado un secreto: todas las cartas de amor que se enviaron durante su noviazgo y que sólo podrían abrir cuando murieran. “Mi papá era un hombre muy sistemático”, dijo. Guardaba y conservaba todo. El paquete de cartas permaneció cerrado hasta que ambos murieron.

A los 15 años se alejó de Soledad de Doblado, su pueblo ubicado a 20 kilómetros del puerto de Veracruz, a donde se fue a estudiar al Ilustre Instituto Veracruzano. Ahí vivió en la casa de huéspedes de la querida Amandita y luego en la vivienda del padre de Héctor Yunes Landa, su primo hermano que fue candidato del PRI a la gubernatura en la pasada contienda.

“La más grande ilusión que tenía mi papá era que yo fuera abogado”, ha dicho y por eso se fue a Xalapa, la capital de Veracruz a estudiar. Ahí conoció a Leticia Isabel, la madre de sus tres hijos y su actual pareja.

Desde la preparatoria y hasta la universidad inició sus pininos en la política. Le tocó pegar carteles, colgar bambalinas, distribuir propaganda, hacerle coordinar campañas y pastorear a los chamacos en el Frente Renovador Estudiantil Veracruzano, organización de la cual fue dirigente.

En Xalapa conoció a Rafael Hernández Ochoa, quien tomó posesión como gobernador en diciembre de 1974 y a la postre se convirtió en su maestro y formador político, a quien le aprendió que debía quedarse en su oficina, así fueran las dos o tres de la mañana, hasta que el jefe se fuera. La misma costumbre que hace repetir Yunes Linares a los suyos.

Su primer gran confrontación vino con el gobernador Agustín Acosta Lagunes, quien tomó la decisión de detener al entonces ex Director de Pensiones, José Luis Lobato Campos, y llevarlo a los separos de la policía acusado de querer poner un periódico en Xalapa. “Como diputado local priista protesté por esa arbitrariedad”, recordó.

Años después, como Secretario General de Gobierno de la administración de Patricio Chirinos Calero (1992-1998), logró encarcelar al ex gobernador Dante Delgado Rannauro (1988-1992) y a varios de sus colaboradores por diversos delitos

No fue su única pelea. Agustín Acosta Lagunes, Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte de Ochoa, Emilio Chuayfett Chemor, Elba Esther Gordillo, Roberto Madrazo, Manuel Espino, son sólo algunos de sus sparrings.

spb

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