estados@eluniversal.com.mx

Con más de 200 años de existencia, el café de la Parroquia a cuyo nombre antecede la palabra “Gran”, tal vez por el sabor de su tradicional bebida, ha sido cuna de diversos acontecimientos y ha visto pasar a personalidades de la política, el espectáculo y la historia.

El establecimiento de cafetería o restaurante tiene muy poco, pues su singularidad y su pasado radica en quiénes se han sentado en sus mesas y han disfrutado de su café.

Este lugar se ha erigido como todo un ícono de la ciudad, en un espacio de reunión, en un lugar de estricta visita si de ser turista se trata. En un símbolo de tradición para los habitantes veracruzanos.

Pocos saben que tiene su origen en 1808, según hechos registrados en documentos de propiedad del Archivo Histórico Municipal de Veracruz.

Aunque actualmente se trata de un café bicentenario, en sus inicios tenía expendio de algunos tipos de bebidas como aguardiente, vinos y por supuesto café, además de alimentos de origen europeo.

También muy pocas personas saben, sobre todo quienes visitan el Puerto de Veracruz, que su nombre proviene del lugar donde se encontraba establecido en un inicio: en la calle Independencia, justo frente a la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, ahora Catedral de Veracruz.

Pero hace alrededor de 25 años que se mudó —para desconsuelo de los porteños—, al Paseo del Malecón y Valentín Gómez Farías número 34, obteniendo así una mayor afluencia de visitantes.

Si los muros del Gran Café de la Parroquia hablaran contarían de las lágrimas del ex presidente Porfirio Díaz, al desayunar por última vez en estas tierras antes abordar el buque de vapor que lo llevaría a su exilio. O también narraría cuántas veces se inspiró en este lugar el compositor Agustín Lara, durante sus comidas.

Este sitio ha guardado en su memoria tantas conversaciones y acontecimientos; ha visto pasar a jefes de Estado, presidentes, gobernadores, compositores, artistas, deportistas, infinidad de lugareños, así como visitantes del puerto.

El tintinar del lechero. Se debe conocer que el tintinar de la cuchara con el vaso de cristal es un ritual para llamar al lechero, persona que vierte la leche en el vaso que contiene el café concentrado. Este procedimiento es parte también de una bella historia, de una tradición y representa un homenaje al conductor del tranvía que todas las mañanas al pasar por el café de la Parroquia hacía sonar su campana para que le llevaran su bebida.

Con más de 200 años de existir ha sido el sitio de nacimiento de muchos acontecimientos, ejemplo de esto es haber sido a principios del siglo pasado el espacio donde llegaban las cartas y postales que Correos de México entregaba, de ahí que en 2013 con la conmemoración del 205 aniversario, se emitiera una estampilla con la imagen de las cafeteras.

El Gran Café de la Parroquia siembra tradición, deja de ser cafetería para convertirse en ícono, su nombre ha rebasado el tiempo al ver pasar personas que hacen historia, un espacio de ese día a día de los veracruzanos y que nos hace sentir vivos.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses